El pase de Maximiliano Salas a River Plate es prácticamente un hecho. El delantero ejecutará la cláusula de rescisión y dejará Racing Club para convertirse así en el primer refuerzo del nuevo semestre para el equipo dirigido por Marcelo Gallardo.
La definición de la negociación se aceleró en las últimas horas (especialmente tras la eliminación en el Mundial de Clubes). El Millonario, que había mostrado interés por el atacante semanas atrás, terminará concretando su llegada después de que el atacante comunicó formalmente a la dirigencia de Racing su intención de activar la cláusula. El monto acordado fue de 8 millones de euros netos, cifra prevista en el contrato vigente.
Vale recordar que la dirigencia de la Academia había fijado una postura firme: sólo dejarían partir a Salas si se pagaba 15 millones de dólares (el monto de la cláusula de recisión que figuraba en el nuevo contrato que le ofreció el equipo de Avellaneda al punta). Sin embargo, la irrupción de River y, especialmente, una comunicación telefónica directa de Marcelo Gallardo con el jugador cambiaron el panorama.
Salas, que estaba a punto de firmar un nuevo vínculo en Avellaneda, decidió frenar el proceso de renovación y expresar su voluntad de jugar en River. El club de Núñez ya tenía listo un precontrato con el jugador y, producto de la falta de avances en una negociación directa entre clubes, será el futbolista quien ejecutará la cláusula de rescisión, conforme al nuevo reglamento de la AFA, que permite abonar el monto en cuotas con un impuesto del 5%. El futbolista se hizo presente esta mañana en la práctica y comenzó a despedirse del plantel y el staff académico.
La llegada de Salas a River le permite a Marcelo Gallardo reforzar la zona ofensiva de cara al segundo semestre, con la Copa Libertadores como gran objetivo. El entrenador consideró prioritaria la incorporación de un delantero de las características de Salas, por su potencia, movilidad y capacidad de gol, factores que habían sido señalados como necesarios tras las últimas evaluaciones internas del cuerpo técnico.
A sus 27 años, el oriundo de All Boys atraviesa una etapa de madurez: llega con rodaje, experiencia internacional y antecedentes como parte de los recientes títulos de Racing, su consagración en la Sudamericana 2024 y la Recopa 2025. En el ciclo que finaliza en la Academia, Salas disputó 76 partidos oficiales y marcó 13 goles. Además de sus logros recientes en Avellaneda, jugó en All Boys, O’Higgins y Palestino, ambos del fútbol chileno, y Necaxa de México. Con la camiseta de River afrontará la Copa Libertadores, el Torneo Clausura y la Copa Argentina.
River planea presentar oficialmente a Salas en las próximas horas. El club pretende que el atacante cuente con la mayor cantidad de prácticas antes del debut en el Torneo Clausura, pautado para el 13 de julio frente a Platense en el Monumental, y especialmente antes del cruce por eliminación directa por la Libertadores ante Libertad de Paraguay.
LA HISTORIA DE MAXI SALAS: DE VENDER EMPANADAS Y SER PEÓN DE ALBAÑIL A NUEVO REFUERZO DE RIVER PLATE
Nacido en Curuzú Cuatiá, Corrientes, Salas encontró en la adversidad el motor que impulsó su desarrollo personal y futbolístico. En sus primeros años, la realidad de su familia fue compleja. Su padre, primero militar y luego albañil, y su madre, dedicada a tareas del hogar, se esforzaron durante años para garantizar la estabilidad básica de la familia. Para contribuir con los ingresos, el propio Maximiliano colaboraba repartiendo empanadas que sus padres hacían para vender. A esa tarea le sumó el trabajo de peón de albañil, ayudando a su padre antes de mudarse a Buenos Aires.
Estas vivencias le enseñaron el valor de la humildad y el trabajo. Durante su adolescencia, asistía al colegio mientras cumplía con las tareas familiares. A pesar de las dificultades, mantuvo una energía competitiva que hoy define como “mente ganadora”.
“Cuando había necesidades, mis viejos hacían empanada para vender y poder pagar el alquiler. Con mis hermanos salíamos a repartirlas. Pero no nos llevábamos un peso, lo hacíamos para ayudar a mis padres. Era plata para la casa, para la comida, para el alquiler. Mis viejos se habían separado. Yo iba al colegio. Y también ayudaba a mi viejo como peón de albañil. Le pasaba las cosas. Lo hice muchos años, hasta antes de venir a Buenos Aires”, develó el año pasado durante una entrevista con Olé.
Los primeros pasos de Salas en el fútbol no estuvieron exentos de desafíos. Probó suerte en Boca y Argentinos Juniors, pero tras un breve paso por el semillero de Racing en 2014, no pudo quedar debido a la falta de una pensión. Sin recursos suficientes para sostenerse lejos de su familia, regresó. Años más tarde, el destino le permitió devolver aquel revés y tener su oportunidad en el mismo club, aunque ya con recorrido y experiencia en el profesionalismo.
Su debut llegó en All Boys, en el ascenso, donde demostró capacidad de adaptación y crecimiento. Tras esa etapa, emigró al fútbol internacional para jugar en Palestino y O’Higgins en Chile, y en Necaxa de México.
Recién con su arribo a Racing, ya de regreso al país, Salas acaparó la atención. Se ganó el puesto y formó una dupla letal con Maravilla Martínez, además de ser un jugador clave en la obtención de la Copa Sudamericana 2024 y la Recopa 2025.
Su desembarco en River Plate representa la consolidación de una historia marcada por la humildad, el esfuerzo y la superación constante. Desde Curuzú Cuatiá hasta los grandes escenarios del fútbol nacional, Maxi Salas encarna la evolución de un futbolista que nunca dejó de creer en el valor del trabajo.
