Horas cruciales en el Gobierno: el escándalo de las coimas, la urgencia por llegar a octubre y la presión para relanzar la gestión tras las elecciones

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El presidente Javier Milei

“No nos estamos ocupando de otra cosa que no sea contener este quilombo”, aseguró el viernes un influyente operador del Gobierno. Las derrotas del miércoles y del jueves en el Congreso, que el Ejecutivo consiguió morigerar con el blindaje al veto previsional, que hubiera significado un golpe devastador para Javier Milei, quedó en un segundo plano por las denuncias de coimas en el área de discapacidad, un escándalo que, hasta ayer, mantenía a la cúpula libertaria en un estado de shock indisimulable.

Con escasa capacidad de reacción, y una investigación judicial en manos del juez Sebastián Casanello, delegada en el fiscal Franco Picardi, que se aceleró a pasos gigantes con la salida del incontinente Diego Spagnuolo y una serie de allanamientos en el conurbano norte, el Gobierno quedó sumergido en una crisis cuyas consecuencias son aún desconocidas, en medio de una campaña que, para peor, lo encuentra con su programa económico, la principal fortaleza narrativa del oficialismo, sacudido por severas turbulencias. En ese contexto, a Milei le urge la necesidad de llegar a octubre, tratar de capitalizar un triunfo y llenar el tanque de un auto que, según un diputado que hace dos semanas participó de la función privada de Olivos en la que se proyectó Homo Argentum, “llega en reserva a las elecciones”.

Son cada vez más las voces internas que piden a gritos un replanteo del sistema de toma de decisiones ideado por el presidente junto a Karina Milei y Santiago Caputo. Una reorganización de un gabinete gastado, un replanteo del organigrama y de las funciones de decenas de áreas que, en esta primera parte de la gestión, exhibieron serias falencias. Las últimas actividades parlamentarias sumaron además una notable mala praxis de la negociación política que volvió a exhibir las diferencias en el seno del triángulo de hierro, motivadas por la relación con la oposición y, en especial, los supuestos aliados. “Cuando se rompe la política es muy difícil gobernar un país”, concluyó esta semana un dirigente del PRO que también asistió a la proyección de Olivos.

La explosión del escándalo en la Agencia de Discapacidad, revelada por el periodista Mauro Federico, que publicó los audios atribuidos a Spagnuolo, aceleró la crisis, alimentó las especulaciones en torno a la gravedad de la interna libertaria en el triángulo de hierro, y golpeó seriamente a la cúpula del gobierno en un rubro, como el de la transparencia, que ya había sido salpicado por las derivaciones del caso $LIBRA, y que Milei exhibía como fortaleza junto al programa fiscal de estabilidad macroeconómica. Un daño tal vez irreparable a la reputación del Gobierno si es que la Justicia comprueba la veracidad de los audios, que apuntan directamente a los Menem, quienes están a cargo de la operatoria política de La Libertad Avanza y de gestiones subterráneas que empiezan a ver la luz del sol.

Lule Menem, Diego Spagnuolo y Martín Menem

El fin de semana, la Casa Rosada había optado aún por el silencio, más allá de algunas declaraciones de ayer de Guillermo Francos: dijo que el gobierno está “tranquilo”. Nada más lejano. El juez Casanello prohibió la salida del país de Spagnuolo, de Diego María Garbellini, un ex funcionario del PRO que manejó hasta la semana pasada la caja de la ANDIS, y de parte de la familia Kovalivker, dueños de la droguería Suizo Argentina, implicada en la trama de supuestas coimas. A Emmanuel, uno de los hermanos investigados, lo encontraron en un country de Pilar mientras intentaba escapar con 266.000 dólares y 7 millones de pesos repartidos en distintos sobres, con anotaciones que ahora deberán pesquisar los investigadores.

Ese mismo viernes, en el Gobierno todavía existía una profunda preocupación por el futuro de Spagnuolo, que cerró su teléfono desde que le pidieron la renuncia hasta que lo entregó a la Justicia. En esas 36 horas, evitó las comunicaciones. Ayer, colaboradores presidenciales se preguntaban, con alta zozobra, si el ex funcionario optaría por jugar como líbero o en equipo frente a la investigación judicial. Existieron, sí, en las últimas horas algunos cruces telefónicos con su abogado por parte de enviados del Ejecutivo. Ese teléfono, que empezó a ser peritado en estas horas, podría derivar en un escándalo aún mayor.

El escándalo motivó, de todos modos, que en despachos oficiales empezara a surgir con más fuerza una pregunta que ya se había instalado meses atrás: ¿Quién tiene el control de la situación en LLA? Cuando Mauricio Macri dejó la Presidencia en el 2019, su jefe de Gabinete, Marcos Peña, insistió en su equipo con una conclusión que desparramó con sus habituales interlocutores: “En Argentina, nadie maneja nada”.

Esa afirmación parece haberse revitalizado en estos tiempos, profundizada por un sistema de toma de decisiones ideado y ejecutado por Milei que colocó al propio presidente en un rol de administrador de la economía que delegó en su hermana y el consultor principal del gobierno la gestión cotidiana. Los temas que no le interesan, que son muchos, Milei apenas los supervisa de manera superficial.

El juez Sebastián Casanello está cuestionado por su actuación en la causa de la ruta del dinero K.

El caso del fentanilo contaminado, una tragedia sin antecedentes que ya se cobró la vida de 96 pacientes, es un ejemplo. Desde Casa Rosada se advirtió con la posibilidad de recusar al juez Ernesto Kreplak, e incluso el presidente lo ligó, desde un acto partidario en La Plata, con su hermano, el ministro de Salud bonaerense, y las preguntas vinculaciones de la trama farmacéutica con el kirchnerismo. Mientras, en paralelo, gestores del Ejecutivo se comunicaron con el juez para interiorizarse por el expediente y aportar información. Incluso desde sectores de LLA confesaron a este medio que el ministro provincial no tiene ninguna vinculación con el tema.

Milei buscó pegar al kirchnerismo a la trama como una manera de apuntalar la campaña bonaerense, bajo la nueva estrategia inaugurada en Villa Celina, La Matanza, cuando se desplegó la bandera con la consigna “kirchnerismo nunca más”, que suplantó al lema “kirchnerismo o libertad”. Fuentes cercanas a la estrategia de campaña reconocen que, por ahora, el slogan no tuvo los efectos deseados.

26/10. En la cúpula del gobierno se deshojan, con creciente inquietud, los dos meses que separan a esta crisis de gestión con las elecciones. El domingo próximo, las elecciones correntinas le propinarán a LLA un mal resultado, producto de los acuerdos truncos entre Karina Milei y Eduardo “Lule” Menem con el gobernador Gustavo Valdés, una negociación muy cuestionada por Santiago Caputo. Una semana más tarde, el gobierno buscará poner en valor el sello y la alianza con el PRO bonaerense en las elecciones provinciales, que en los papeles ofrecen, a priori, un resultado incierto.

Milei, de campaña en La Matanza

En la calle existe todavía poco clima electoral. La semana pasada, en la primera sección, en teoría la más favorable para el gobierno, a un dirigente libertario le preguntaron si podía votar por Patricia Bullrich, candidata en la capital, en las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre. La confusión es total.

En el Gran Buenos Aires, la caída del consumo y la actividad es cada vez más notoria. Está por verse aún el impacto de las revelaciones del escándalo de las coimas, que recién empieza. El viernes, Cristina Kirchner se regodeó desde su cuenta de X.

El caso levantó otra vez suspicacias internas. Pero la velocidad de la investigación y la gravedad de la trama obligó a la cúpula libertaria a cerrar filas y trabajar a tiempo completo para contener la crisis. “No se sabe dónde termina esto, está muy escabroso, Spagnuolo no pareciera estar contenido”, reconoció el viernes un funcionario que trabajó 48 horas ininterrumpidas en el operativo de contención. Caputo, enemistado con los Menem, intentó operar a varias bandas, para que el escándalo incluso no llegue a las más altas esferas del poder. Es que sucedió lo que algunos pronosticaban: que la disputa interna se salió de cauce y que existirían dentro de la administración actual prácticas imputadas a las anterior gestiones. “Nunca hay que escupir para arriba”, razonaron internamente.

La derrota legislativa de la última semana, y la explosión del caso ANDIS, llenó de desasosiego el transito electoral hacia el 26 de octubre, y redobló los reproches de varios sectores que propician, por lo bajo, la necesidad de relanzar la gestión después de las elecciones, y renovar las expectativas en el gobierno. El último informe de Isonomía, de julio, evidenció en los últimos dos meses una caída en la “situación económica y familiar” y en las expectativas a futuro.

Los desaciertos en el programa económico contribuyeron a la crisis actual. “Cuando se manosea al paciente en medio de la operación, se complica”, sintetizó un economista del PRO que colaboró con el equipo económico de Macri durante la gestión de Cambiemos. La cancelación de las LEFI de principios de julio, que generaron volatilidad en el mercado cambiario y un aumento sideral de las tasas de interés, le recordó a ese economista la modificación de las metas inflacionarias anunciada el 28 de diciembre del 2017, en una conferencia de prensa liderada por Peña, Federico Sturzenegger, Nicolás Dujovene y Luis “Toto” Caputo que antecedió a una crisis aún mayor del programa de aquel entonces. El miércoles, un informe reservado quincenal de una consultora económica que se distribuye entre inversores y empresas, se tituló: “No todo MAP (Marcha Acorde al Plan)”.

Luis Caputo, Javier Milei y Karina Milei

Milei no acusa recibo. Al menos públicamente. Su fascinación con Caputo sigue inalterable. La anterior semana, en Olivos, en la previa de la proyección de Homo Argentum junto a diputados de LLA y del PRO, y en medio de un monólogo extenso, el presidente dijo: “Había versiones de que se iba ‘Toto’, no entienden todavía la simbiosis que tenemos”. El rumor se había expandido durante julio entre dirigentes e inversores.

El Presidente analiza la conveniencia, o no, de reorganizar el gobierno después de las elecciones. Cerca de Santiago Caputo aseguran que el consultor está muy insistente con el tema. La posición de Karina Milei es algo más incierta porque suele ser mucho más hermética en sus decisiones. Pero hasta que estalló el escándalo de las coimas, que impacta de lleno en su entorno, arreciaban las versiones de un ascenso en el escalafón para “Lule” Menem, al que incluso se lo ventiló como potencial reemplazo de Francos, un lugar que, en principio, se había reservado en su momento para Manuel Adorni hasta que Milei definió empoderar al jefe de ministros.

En el Gabinete se propicia además una reorganización del Ministerio de Economía, que brilló en su momento por la estabilidad de la macro pero que empezó a pasar facturas por la parálisis en diversas áreas. ¿Puede sumarse Nicolás Pino, de la Sociedad Rural, como incluso ventiló públicamente Francos hace semanas? ¿Tiene reservado otro sillón Juan Pazo, de ARCA? ¿Karina Milei le pidió al ministro de Economía algún casillero del organigrama? En la AABE, sonó un colaborador de Diego Valenzuela para reemplazar a su actual titular, que fue electo legislador en las elecciones porteñas de mayo y que responde a la secretaria General. Hubo intentos. El lugar seguirá reservado para la hermana del Presidente. En Casa Rosada se medita, en tanto, si fusionar Seguridad y Defensa. Diego Santilli, según su entorno, ya se anotó para este último.

Las potenciales modificaciones se inscriben de todos modos en el dilema presidencial de aplicar o no una cirugía mayor en la lógica de administración de la gestión, atada al resultado de octubre que LLA prevé exitoso. Como el puntapié de una renovación narrativa del Gobierno y la reformulación de las bancadas en el Parlamento que piden a gritos ir hacia los boxes. Y la búsqueda de instalación de una serie de iniciativas que, en principio, tendrá a la reforma laboral como primer eje parlamentario. Es, a priori, la única con consenso político, entre las reformas previsional y la impositiva. Incluso ya existen conversaciones con la CGT, que este miércoles prevé empezar a delinear en profundidad la renovación sindical, con fecha en noviembre, con un asado en el sindicato de SETIA, en Ezeiza.

“No es lo mismo relanzar la gestión desde una derrota, desde un triunfo o desde una victoria aplastante”, opinó una fuente de gobierno. Sin embargo, en cualquier escenario, más allá del relato público, el gobierno no tendrá en el Congreso la mayoría suficiente para aplicar a libro cerrado cualquier reforma. Sumado a la presión de los gobernadores, a los acuerdos fallidos con los aliados y al tenor de dirigentes que estarán dentro del Parlamento. Por algo, Cristina Kirchner se reservó alfiles de peso, de perfil combativo, para el recambio legislativo.

Milei intenta ganar tiempo. Tiene por delante dos meses cuesta arriba. Mientras tanto, insiste en su estrategia de mirar para el costado y, en todo caso, barrer el polvo bajo la alfombra. El miércoles, en medio de la derrota de Diputados -y un desprendimiento del bloque que incluyó una durísima carta de Marcela Pagano-, escuchó a la fanfarria del Alto Perú en un patio de Casa Rosada. El viernes, en la Bolsa de Comercio de Rosario, desplegó un extenso discurso económico sin hacer ni una sola mención a los audios atribuidos a Spagnuolo.

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