Entrevista a Lucas Castromán: el día que Bielsa “lo puso” en el Leeds, por qué no va más a la cancha y cómo ve la revancha entre Racing y Vélez

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Lucas Castromán jugó en Vélez y Racing, entre otros equipos

La historia de Lucas Castromán vale la pena repasarla una y otra vez. Tuvo una carrera de 15 años de ensueño, jugando al lado de los mejores del mundo. Nació futbolísticamente en Vélez Sarsfield, donde debutó en Primera en febrero de 1998 de la mano de Marcelo Bielsa. Ese año se consagró campeón del Torneo Clausura y se transformó en un extremo muy importante para el Loco. “Marcelo me enseñó no solo cuestiones tácticas, sino a ser una persona íntegra. En esos seis meses, fue una continuidad del crecimiento personal desde mi familia. Me encontré con una persona más que con un director técnico. Fue como un papá, y eso para mí es lo más importante”, recuerda el ex futbolista.

Su buen andar en Liniers lo depositó en el seleccionado argentino Sub-20 dirigido por José Pekerman, que se consagró campeón del Sudamericano de 1999 en Mar del Plata junto a Pablo Aimar, Esteban Cambiasso, Gabriel Milito, Franco Costanzo y Aldo Ducher, entre otros. “Me pasaron cosas muy grosas. Representar a la selección argentina es lo mejor de mi carrera. Ser de esos pocos seleccionados es algo increíble. Estar dentro de los 30 mejores de tu país es algo único”, cuenta orgulloso el oriundo de Luján.

Luego de tres años exitosos en Vélez, Castromán se fue a jugar a la Lazio de Italia, uno de los poderosos conjuntos locales, donde vivió momentos positivos para su carrera y otros no tantos. Compartió vestuario con Juan Sebastián Verón, Hernán Crespo, Diego Simeone y Claudio El Piojo López. El ex mediocampista devenido en atacante quedó en la historia de ese club por haber marcado el segundo tanto en el empate 2-2 contra la Roma, en el derby de la capital en el 2001. Pero su mala relación con el entrenador de turno, Roberto Mancini, lo fue alejando del primer equipo hasta terminar entrenando en Reserva.

“Un día, jugábamos un repechaje para entrar a la Copa UEFA contra el Benfica. En el último día de entrenamiento en el estadio Olímpico, Mancini me llama y me lleva a entrenar después de un mes y medio de que me había colgado. Fue el partido que mejor tuve en mi vida. Hice varios goles y muchos pases. Yendo para el vestuario, me llama y yo me hago el desentendido, porque estaba muy caliente. Al tercer o cuarto llamado, me giro y me planto de frente. Entonces, me dice ‘¿estás preparado?’ Le respondo ‘¿para qué?’. Me dice ‘mirá que mañana contra el Benfica vas a jugar’. Ahí me enojé mal. Me saqué la pechera, se la tiré en la cara y le digo ‘no, mañana vas a jugar vos, porque yo no soy segundo de nadie’. Le tiré la pechera en la cara y me fui llorando. Obviamente, parecía un nene de cinco años. Luego, entré al vestuario y rompí en lágrimas. Viene Alesandro Nesta (ex Lazio), y el resto de mis compañeros. Ahí les comento que me voy a ir, que no voy a trabajar con un tipo así (Mancini)”, remarca el ex futbolista que permaneció en el equipo de la capital italiana hasta el 2003, antes de pasar a Udinese.

Tras su paso por la Serie A, se fue al América de México con un balance negativo. Luego, regresó al fútbol argentino para jugar en Boca Juniors en la temporada 2008 y cerrar su carrera en Racing Club en el 2010, a sus 30 años. “Me retiré un poco cansado de todo, de las cosas ajenas a lo lindo que tiene este deporte. Cansado de las barras bravas, de los aprietes, de que no te paguen, de un montón de situaciones. Cansado de que mí familia no puede ir a la cancha. Yo sentía que era cómplice de las barras. Me sentía culpable de que mi hijo de 9 años no pueda ir a la cancha. No lo podía llevar a ver un partido de fútbol por miedo a que perdamos, por represalias. Entonces, un montón de cuestiones hicieron que me retire joven. Ya no sentía que lo que estaba haciendo valía la pena, porque no lo estaba disfrutando”, revela el hombre de 44 años.

Tuvo varios pasos por la Selección (@fotobairesarg)

En diálogo con Infobae, el ex jugador habla de todo, sin esconder nada. El momento de su vida que sufrió bullying, el día que jugó un partido con Diego Maradona, Lionel Messi, Lionel Scaloni y Juan Román Riquelme, como lo descubrió Bielsa en un encuentro en Sexta División, la cuenta pendiente que le quedó de su carrera, que figura del Real Madrid le pidió su camiseta, como atravesó el post retiro, por qué recién este año volvió a una cancha de fútbol, y además, hizo un análisis previo de la revancha entre Racing y Vélez por los cuartos de final de la Copa Libertadores, ya que vistió ambas camisetas.

– ¿Qué es de tu vida, Lucas?

– Estoy trabajando con escuelas formativas en Luján. Desde hace casi 12 años lo que hacemos son prácticas de fútbol. Utilizamos un poco este hermoso deporte y el contacto con la pelota para poder desarrollar a un montón de niños desde los 4 y hasta los 16 años. Lo que hacemos son prácticas de fútbol, en las cuales nuestras evaluaciones y nuestro entendimiento en la materia hace que transformemos primero a los chicos a ser buenas personas, con valores y respeto a la verdadera inclusión. Luego, si pueden aprender fútbol y en algún momento se quieren dedicar profesionalmente a este deporte, también les damos un acompañamiento. Hoy, hay un chico que arrancó con nosotros en el 2013 y es profesor. Está dando clases con nosotros así que pasó de alumno a ser profesor de Educación Física y está trabajando con nosotros.

– Que buen mensaje les bajan a los chicos, el de ser buenas personas y no perder los valores humanos, más allá de lo deportivo…

– Sí, porque entendemos que es lo primordial. O sea, en cualquier trabajo que tengas hay una estadística en el fútbol que sólo el 0,01% de las personas pueden llegar a ser futbolista profesional. Por ende, es muy bajo ese porcentaje. Solamente hay uno todavía más bajo que es el de corredor en Fórmula 1. Entonces, diferentes cuestiones y características les van a pasar, y si vos no los formás o no le haces entender que tienen que frustrarse, que tienen que aprender a lidiar con un montón de cuestiones que hacen al crecimiento y a revalorizarse como personas, terminan perdiéndose, terminan en las calles. Entonces, caen obviamente no solamente en delinquir, sino en las drogas y el alcohol y se terminan destruyendo y perdiendo todo lo lindo que habían soñado durante esos 15 o 16 años. Entonces, la idea principal primero son los valores, ser buena gente, para después en el día de mañana la profesión que elijan sea la que puedan desarrollarla de la mejor manera y compartirla con el grupo, que es lo más importante y es lo que te enseña el fútbol, a tener realmente amigos para toda la vida.

– ¿Tuviste entrenadores o compañeros que te bajaron este mensaje tan claro en cuanto a los valores de la vida?

– Lo aprendí en el camino de la vida. Lo aprendí de mis padres. Obviamente, el técnico que tuve aquí en Luján en la escuelita de César Menotti, que era Domingo Aranda, fue un futbolista profesional que jugó en Platense y en Rosario Central con el Flaco Menotti. Por eso, la escuela se llamaba César Luis Menotti, apadrinada por el Flaco en su momento. La enseñanza era otra. Quizás el respeto que se tenía por los más chicos hoy ha cambiado muchísimo, porque ha cambiado en todos los aspectos y el trato en sí. Hoy, hay que tener muchísimo más cuidado porque antes quizás nosotros un grito lo tomábamos de una manera, y en la actualidad, un chico lo toma como la frustración más grande y puede llevarlo a cualquier decisión extrema. No digo que antes éramos mejores y que ahora peores. Simplemente, era una crianza totalmente distinta, a donde no había conocimiento y el bullying era parte de lo cotidiano y convivíamos con eso.

Festejando un gol de Vélez junto al Rifle Pandolfi (Fotobaires)

– En tu época era algo natural, ¿no?

– Sí. Le contabas a tu viejo “che papá, me están diciendo gordo. Me están diciendo flaco. Me están diciendo negro. Me están diciendo blanco, amarillo, cuatro ojos o lo que fuera”. Tu viejo te daba bola, pero se cagaba de risa y lo pasaban por arriba. Entonces, vos te tenías que ir cagando a trompadas, a medida que ibas creciendo a los golpes. Hoy, ha cambiado todo eso. Está todo mucho más cuidado, y la verdad es que hay que aprovecharlo. Todo este sistema que hoy estamos viviendo hay que tratar de apuntalarlo y de llevarlo a la perfección. Los nenes más chiquitos lo primero que hacen es agarrar la pelota con la mano y los más grandes tratan de cuidarle lo más posible con el vocabulario. Entonces, en todas las etapas es un desafío hermoso para el niño y la niña, y lo bueno de nuestra escuela también que se caracteriza es la inclusión, la inclusión verdadera, tenemos chicos con TDA, TDA, Asperger, Tourette. Con un montón de capacidades diferentes, y se acoplan y se amoldan todos con todos. Acá no queremos que nadie se sienta distinto. Para nosotros, son todos iguales y todos tienen las mismas expectativas y tratamos de ayudar para que en conjunto podamos lograr algo mancomunado que es una práctica deportiva y un crecimiento para todos a su medida.

– ¿Alguna vez sufriste bullying?

– Hoy está un poquito más abierto el tema. El que no padeció bullying, no tuvo vida. O sea, yo recuerdo que corrí desde el cuarto, quinto grado a séptimo a mi casa por bullying. Vivía a dos cuadras del colegio y corría porque me querían pegar dos o tres compañeros de otro curso, porque jugábamos al fútbol en gimnasia y le ganábamos. Yo era muy dúctil con la pelota y por ahí hacía cuatro, cinco o seis goles y le ganábamos siempre. Entonces, solo por el hecho de jugar bien a la pelota me hacían bullying y me querían agarrar a las trompadas. Entonces, me advertían “a la salida te van a agarrar”. Yo les respondía “bueno, a ver si me agarran”.

– ¿Cómo manejaste la situación?

– Corría hasta mi casa y evitaba pelearme. Mi mamá nunca se enteró hasta hace muy poco. Tuvimos una charla familiar, obviamente con mis hijos presentes. Estaba mi mamá y bueno, ahí se enteró que a mí me hacían bullying en el colegio, ¿no? Ella se pensó que nunca lo había sufrido. Yo había pasado toda mi primaria sufriendo bullying, pero ya en la secundaria ya no, porque ya me había plantado mucho más. Pero en la primaria sí, lo sufrí mucho y obviamente cuidando a un montón de compañeros y amigos que también les hacían bullying. O sea, las veces que he discutido, he discutido más por tratar de ayudar al otro, que por mí mismo. Entonces, es un tema muy sensible, hay que darle importancia, pero tampoco llevarlo al extremo, porque yo creo que es parte de la vida, lamentablemente.

Durante su paso por Boca, junto a Martín Palermo y Jesús Dátolo (Foto NA)

– ¿Cómo fueron tus inicios en el fútbol? ¿Había bullying en Vélez?

– No. Yo llegué a Vélez como el campechano que venía de Luján y viajaba en bondi, que venía con otra ropa distinta y me robaron las zapatillas el primer día de entrenamiento. O sea, la pasé muy mal, pero en ese entonces era como que cada cosa que te hacían te hacía más fuerte y era un crecimiento a diario. Hoy, al estar tan encima de todo, el tema de bullying es como que empezó a trazar todo eso, ¿no? Hoy, miras a alguien y ya tenés que tener cuidado. Con los chicos en la escuelita, si bien están los padres, que están mirando, los profesores tienen prohibido tocar a los chicos. Hay un montón de cuestiones que hay que cuidar y se perdieron un montón de cosas. No solamente el contacto visual, sino también el contacto de la contención, de un abrazo. A veces, los chicos necesitan exponer un montón de cuestiones que están viviendo, de bullying o no, y no lo pueden decir en familia, porque quizás su papá está mal, y si les digo, se va a poner peor. Entonces, nosotros estamos para escucharlos y prestarles el oído, mirarlos a los ojos y hacer contacto visual. Darle una palmada y sentir que le podés dar una mano desde algún punto. Eso es algo maravilloso, ¿no? Entonces, yo creo que lo que hacemos nos nace, nos nace del corazón, lo hacemos porque nos gusta, no lo hacemos para poner chicos en Primera División

– ¿Te hizo debutar Bielsa en Vélez?

– Sí, en 1998. En enero de ese año, me lleva a la pretemporada en el Hindú Club. Debuté en ese torneo que lo ganamos de punta a punta, el Clausura 98. Así que sí, Marcelo es quién me ve en una práctica, me enteré hace poquito, y le comenta a Gabriel Macaya, que en ese momento era el profe.

– ¿Cómo te descubrió Bielsa?

– Marcelo va caminando por el polideportivo, donde están hoy las piletas de Vélez, y yo estaba jugando en la cancha inferior. Estábamos jugando y me ve Marcelo que agarró la pelota en mi área, la llevó a la otra área y hago un gol ¿no? Y le preguntó a Gaby quién era y en qué división jugaba. Le dijo “esta es la sexta división. Ahora te averiguo”, porque tampoco sabían de todos los juveniles. Era una división muy chica para esa época. Por ahí, si estabas en la Quinta o Cuarta ya te tenían en vista, pero no en la Sexta. Entonces, se informaron sobre mí, y luego Marcelo me lleva a hacer una práctica con Primera. Ahí es donde definitivamente me pone a entrenar con el plantel profesional a fines del 97. Luego, termino debutando en 1998. Tengo la posibilidad de hablar con Gaby (Macaya) seguido. Es una gran persona, un tipo que me ayudó mucho en mis inicios y me contó todo a pie de la letra y la verdad que es fabuloso ¿no? Enterarse así por los personajes principales, por los actores principales, tiene doble mérito.

– ¿Hoy te cuesta hablar con Bielsa?

– No, no, con Marcelo cada tanto le envió un mensaje y me responde. Él tiene sus tiempos también, así que bueno. Hace un tiempo tuve una charla con él. Marcelo me llamó después de la pandemia. Estaba en mi casa, con mi señora y en un momento me suena el teléfono, que no suelo atender, pero lo atiende ella y le dice “Hola sí, mira soy Marcelo Bielsa, ¿se encuentra Lucas?”. Mi señora me hacía señas y me decía “Marcelo, Marcelo”. Obviamente, salí de la pileta corriendo, lo atendí y tuve una de las charlas más largas que he tenido con él, más o menos habrán sido 20 minutos al teléfono. Me contó que no tenía pensado llamarme, pero que tenía mi número por un amigo en común, por un chico que es brasileño que conocí después de mucho tiempo en la vida. También, había conocido a Bielsa. En su momento, le dije al brasilero “mirá, no me des el número de él porque sé cómo es Marcelo, pero cuando lo veas o compartas algo con él, por favor dale mi número y decile que voy a intentar esperar su llamado”. Bueno, Marcelo me dice ese día, “usted sabe que no le tocaba el llamado hoy, ¿no?”.

Racing fue su último club en la Argentina (Foto NA)

– ¿Qué le respondiste?

“No, Marcelo, no tengo idea. La verdad que le agradezco su llamado. No sé por qué me llamó”. Me cuenta esta anécdota de que él me tenía anotado en un cuaderno para llamarme en otro momento y que va llamando por orden a personas que fueron pasando por su vida. Es algo increíble. La verdad es que me cuenta al final que estaban armando el equipo del Leeds de Inglaterra y había puesto “Castromán”. No le cerraba a un ayudante de él que estaba haciendo la lista de concentrados ese nombre y no se podían dar cuenta de quién era. En un momento, empiezan a leer los nombres y el ayudante le dice “Marcelo, pero ¿quién es Castromán?”. Marcelo piensa y ahí se da cuenta de que me había puesto en lugar de otro futbolista que ahora no recuerdo el nombre y que tuvo un déjà vu. Esta es la historia que me cuenta Marcelo por teléfono. Yo tenía las mismas características físicas mías que el jugador del Leeds, que también era un pibe de inferiores que había subido a Primera. Así es como que le hizo un déjà vu a la cabeza y en vez de anotar el apellido de este chico, se le vino a la cabeza el mío y me anotó automáticamente. Ahí le dije “Marcelo, no estoy hoy ni siquiera para hacer un ida y vuelta”. Nos reímos mucho y fue una anécdota muy linda. Pude agradecerle también la posibilidad que me dio de debutar en Primera División en Vélez con 20 años recién cumplidos, por encima de jugadores de la talla de Christian Bassedas, campeón del mundo ¿no? Algo que también vale el doble, porque yo también se lo dije. Lo quería llamar muchas veces, pero no quería que él interprete que lo iba a hacer por una cuestión de necesidad o de que quería pegarme por algo a él. Son cosas que también me enseñó Marcelo, aparte de mis viejos. Marcelo en esos seis meses de Vélez fue una continuidad del crecimiento mío desde mi familia, ¿no? Me encontré con una persona más que con un director técnico. Fue como un papá y eso para mí fueron, obviamente no solamente Marcelo Bielsa, sino Claudio Vivas y Luchito Torrente que fueron como hermanos para mí en ese inicio.

– ¿Tu buen momento en Vélez generó que integres el seleccionado argentino Sub-20?

– Sí, sí, en Mar de Plata salimos campeones, con jugadores de la talla de Pablito Aimar, Esteban Cambiasso, Gabi Milito, Sebastián Saja, Aldo Dutcher, no me quiero olvidar de nadie. Pero bueno teníamos a Franco Constanzo, jugadores de una categoría increíble. Estábamos todos. Cesar La Paglia, una locura. Jugadores que estábamos todos en Primera División con 17, 18 años y estábamos jugando ese sudamericano que también lo ganamos de punta a punta. Después, no pude estar en el Mundial Sub-20 por lesión.

– ¿Qué te generó representar a Argentina siendo tan joven?

– En lo mejor que te puede pasar. Calcula que en dos o tres años tenía todo ya. O sea, había debutado en la primera de Vélez, en la selección Sub-20. Me pasaron cosas muy grosas y representar a la selección argentina es el tope en la carrera de un futbolista ¿no? Ser de esos pocos seleccionados creo es algo increíble. Estar dentro de los 30 mejores de tu país, es algo increíble.

– ¿Te quedó una cuenta pendiente en tu carrera?

Sí, jugar un mundial con la Selección Mayor, porque me lesiono antes del Mundial 2002. Hice la preselección de Corea/Japón y sabía que estaba en la lista, pero me termino lesionando en el último partido con la Lazio. Me fracturé dos costillas una semana antes y ahí me di cuenta de que se me había caído el mundo porque no iba a poder estar en ese mundial. Luego, me tomo revancha. Vuelvo en el 2005 a Argentina, hago un gran campeonato con Vélez y me vuelven a citar para el Mundial 2006. Pero quizás por política, por el problema que hubo entre Raúl Gamez (ex presidente de Vélez), y Julio Grondona (ex presidente de AFA), me termino perdiendo un poco eso por una cuestión extra futbolística ¿no? Perdí esa posibilidad y obviamente me quedó esa espina clavada de no poder estar en esos dos mundiales.

Un festejo durante su paso por Vélez (Fotobaires)

– ¿En la Lazio, cómo te llevaste con el entrenador de ese entonces, Roberto Mancini?

– Es un personaje. Un tipo muy distinto a mí, con otras ambiciones. La verdad es que no estuve muy de acuerdo con él, ¿no? Yo siempre tratando de buscar la persona, antes que el personaje. Y no todos son de la misma estirpe que uno. Otros piensan más en lo económico o en el bolsillo personal, y a veces esas cosas chocan cuando sos técnico y querés ser dirigente a la vez. Eso ha pasado un poco con Mancini en la Lazio. Por esa cuestión, yo no fui a Udinese, porque otro compañero tenía que venir también conmigo, no quiso ir, que era Fabio Liverani Somali, que vivía en Roma, entonces se cayó la operación y nos colgaron a los dos. Terminé entrenando con la Reserva durante dos meses cuando mis compañeros se fueron a hacer una pretemporada por Europa. Jugamos en ese momento un repechaje para entrar a la Copa UEFA contra el Benfica. Mancini en el último día de entrenamiento en el estadio Olímpico de Roma, me llama y me lleva a entrenar después de un mes y medio que me había colgado. Y bueno, fue el partido que mejor tuve en mi vida. Hice goles y pases de gol. Yendo para el vestuario, me llama. Me empieza a llamar y yo no me quiero dar vuelta, porque ya estaba muy caliente.

– ¿Por qué?

– Por todo lo que había pasado anteriormente. Entonces, al tercer o cuarto llamado me giro, y me planto de frente. Cuando lo tengo de frente, me dice “¿estás preparado?” Le respondo “¿para qué?”. Me dice “mirá que mañana contra el Benfica vas a jugar”. Y ahí me enojé mal, me saqué la pechera, se la tiré en la cara y le digo “no, mañana vas a jugar vos, porque yo no soy segundo de nadie”. No me voy a bancar que me va a subir luego de que un mes y medio me haya mandado a entrenar con Reserva. Nada, es mi forma de ser. Le tiré la pechera en la cara y me fui llorando. Obviamente, pareció un nene de cinco años. Luego, entro al vestuario y rompí en lágrimas. Viene Nesta (ex Lazio), y el resto de mis compañeros y ahí les comento que me voy a ir, que no voy a trabajar con un tipo así (Mancini), y me decían “vos estás loco, quédate tranquilo, no pasa nada”.

– ¿Qué pasó luego?

– No entendían nada. Al otro día, llamé a mi representante de ese momento para que hablara con Raúl Gamez para decirle que volvía a Vélez para jugar gratis, que no me importaba nada. Y bueno, termina la historia yéndome a Udinese porque Luciano Spaletti, me quería para ese equipo, así que bueno, llegué a Udinese y clasificamos a la Copa UEFA que hacía más de 20, 30 años que no clasificaba. Después, Udinese me quiere comprar y le pedía lo mismo a la Lazio y no pudo ser, así que, de esta manera, fue mi regreso a Vélez en el 2005, año que obtuvimos el campeonato.

– ¿Es cierto que el brasileño Roberto Carlos te pidió la camiseta?

– Sí, fue por un partido de Champions League, en donde yo había llegado al club italiano hacía dos o tres meses. Tuvimos el desafío de la Champions y me tocó jugar de titular ante el Real Madrid. Así que nada más ni nada menos que enfrentarme por el andarivel derecho mío con el lateral izquierdo de los Galácticos. Terminé haciendo dos excelentes partidos, lo que generó que apareciera en todos los portales y en todos lados. Me dieron una gran puntuación. No solamente pude asistir a Hernán Crespo en goles en el Santiago Bernabéu, sino también en el Olímpico. La verdad es que cuando termina el último partido, nos quedamos afuera por un gol, Roberto Carlos se acerca y me pide la camiseta. Yo me quedé congelado, porque no entendía nada. Que me esté pidiendo la camiseta era para mí un logro importantísimo. Yo pensé que no me la iba a dar. Se la termina sacando y me la regala como un trofeo. Fue algo increíble, porque después las veces que me lo crucé, se me acercó a hablar. Es un tipo excepcional, con una calidad humana increíble y un tipo muy humilde.

– ¿Tenés muchas camisetas de otros jugadores?

– No, no cambiaba muchas. He regalado un montón, así que tengo algunas, no muchas. Siempre fui más de los genuinos y me pintaba regalar camisetas, ya sea a los hinchas o a un árbitro o a mis ex compañeros. Gracias a Dios, me pidieron siempre la camiseta. Nunca tuve la desazón de poder regalarla y que la tiren al piso, como les ha pasado a varios futbolistas que vi que tiraban a veces la camiseta y se las han devuelto. Así que, gracias a Dios, siempre he pedido una o dos camisetas por partido, y a veces tenía que comprar para cumplir con todos los requerimientos.

– ¿Qué recuerdo te quedó de ese amistoso en donde jugaste con Messi, Maradona, Scaloni, Riquelme, entre otros?

– Todas las figuras estaban ahí. A veces lo miro y no me doy cuenta en el lugar donde uno está que viene otro y te lo dice, a veces me mandan por Instagram “che, mirá que hacías ahí loco”, me dicen. La verdad que fue parte de un momento hermoso de mi carrera. Yo siempre digo que las cosas pasan por algo y cuando vos haces las cosas de buena fe, sos buena gente y tratás de cumplir en todo lo que te propones, al final las cosas llegan. Siempre digo que las injusticias y todo lo malo en algún momento se van. Si bien estaban y van a estar presente porque es parte de la vida, también siempre lo terminás venciendo, porque estás dentro del amor y el aura de dar luz. Fueron cosas que me regaló el de arriba. Fueron cosas que me regaló mi corta carrera de 14 casi 15 años, pero muy fuerte. De jugar en los mejores equipos de todos los países a tener paso por la selección argentina y jugar amistosos con Diego y Messi. De poder cantar con Maradona en su programa “La Noche del Diez” a poder estar en su partido despedida.

Lucas Castroman con los colores de América de México

– ¿A qué edad cerraste tu carrera en Racing?

– A los 30 años. Un poco cansado de todo, de las cosas ajenas a lo lindo que tiene este deporte. Cansado de las barras bravas, de los aprietes, de que no te paguen, de un montón de situaciones. Cansado de qué mi familia no puede ir a la cancha, de un montón de cuestiones. Yo estaba siendo cómplice y sentía que era cómplice de las barras. Me sentía culpable de que mi hijo de 9 años no pueda ir a la cancha. No lo podía llevar a la cancha a ver un partido de fútbol en vivo y en directo por miedo a que perdamos. Entonces, un montón de cuestiones hicieron que me retire joven. Ya no sentía que lo estaba haciendo valía la pena, porque no lo estaba disfrutando. ¿Para qué seguir? Para que un barra no dejé ir a mi familia a la cancha. No lo disfrutaba, ya que después de terminar los partidos, debía calmar fieras porque querían romperte los autos, querían golpearte. Entonces, como que estaba viviendo en la selva, en la jungla. Todo eso generó un desgaste tal que hizo que dejara el fútbol por una cuestión de salud, porque me conozco y sé cómo puedo llegar a actuar y actué. En muchas ocasiones, he defendido a ex compañeros todo el tiempo y si venía la barra, yo era el primero que ponía la cara. Bueno, gracias a Dios siempre tuve el respeto del otro lado. Como te digo una cosa, también te digo la otra. Nunca pasó nada a mayores. Pero bueno, no estaba exento.

– ¿Cómo atravesaste el post retiro?

Estuve más de 10 años con mucha bronca, con mucho dolor, con mucha impotencia y sin pisar una cancha. Recién en pandemia hice el curso de director técnico. Empecé nuevamente a reinsertarme. Empecé a armar ahora todo lo que es el fútbol senior en Vélez. Nada, me costó un montón. Me costó un montón volver a esto. Estuve muy lejos también de los medios. Me han llamado para hacer notas y no quería, porque me hacía mucho daño. Entonces, como siempre digo, hay que vivir el día a día de un futbolista. Algunos dicen “ustedes tienen todo, andan en auto cero kilómetros, tienen minas, viven de joda, pa, pa, pa…”. Yo le cambiaría el laburo a cualquiera por un rato nomás. Creo que una semana, viste, como todo. Siempre el otro quiere el laburo del otro, pero bueno quizás no tenía las capacidades para poder seguir estando dentro de un ambiente que me hacía mucho daño como el futbol.

– ¿Nunca más volviste a una cancha?

– No, no fui más a una cancha. Volví hace una semana para un canal de televisión para hacer la previa de Vélez vs. Racing y me fui a mi casa. No me quedé a ver el partido. Terminé la previa y me fui. Además, me crucé con un montón de gente conocida, me crucé con Saja. Me dice “¿vos te vas?”. Le respondí: “Si, me voy”. Me dice “No, ¿cómo te vas? ¿No te quedás?”, “No, León, me voy a mi casa, no, no quiero estar”, cerré la charla con él. Y me vine a mi casa, a ver el partido en la televisión.

– ¿Por qué motivo te fuiste?

– No estaba yendo a la cancha. Entonces, como conozco también el trasfondo del fútbol y la boludez del fútbol de la cábala de algunos y esas boludeces. En mi caso no la tengo, que es esto de decir “si no ibas a la cancha, ahora no vayas porque perdemos”. Si fuese por cábalas, seríamos todos campeones del mundo. Tenemos tres títulos del mundo, nada más que por cábalas, no nos olvidemos. Durante el último mundial, yo me sentaba en el mismo lugar siempre, pero si el Dibu Martínez no atajaba los penales, estábamos al horno. Si Messi no jugaba como jugó, las cábalas no funcionan. ¿De qué cábalas me hablan? Que un boludo esté con un pañuelito atado y que yo esté sentado en el mismo lugar con la misma gente y comiendo la misma picada, solo te ayuda en tu cabeza. Pero de ahí a qué eso exista en realidad, es totalmente falso. En el fútbol están esas creencias. Entonces, para no sugestionar a nadie, hago eso. Como no había ido nunca y no estuve, me fui enseguida, después de hacer esa previa y antes de que inicie el partido. Además, recién salían a hacer la entrada en calor los arqueros de Racing. Me crucé a Gabriel Arias también y a Facundo Cambeses, que los saludé. Me saludaron ahí también y seguí el viaje. Así que bueno, nada. Cuestiones que las tomo así, como soy yo.

– ¿Qué análisis haces de cara a la revancha?

Mirá, la verdad que después del gol anulado a Vélez, después de que vimos la cámara donde estaba, es una vergüenza. El VAR vino a arruinar el fútbol, no lo vino a jugar, vino a arruinar este hermoso deporte que es el fútbol. Porque el fútbol perdió la picardía, el simular a veces un penal, esas cosas de artista que teníamos los futbolistas. Hoy no lo pueden hacer. La picardía, no te digo la de Carlos Bilardo, que te pinchaba con un alfiler, sino la picardía de molestar al otro, de fastidiarlo, de que lo expulsen, como lo hizo Maravilla Martínez en la ida ¿no? Logró la expulsión y bueno, ahí Racing pudo respirar un poco más. Luego, Vélez tuvo un juego increíble…

– ¿Vélez mereció un poco más?

– Está jugando muy bien. Mereció empatar ese partido, no mereció perderlo, claramente. La revancha será un gran partido también. La cancha de Racing es difícil para Racing, jugando de local. Jugar en Racing a veces se hace más difícil de local que de visitante. Así que bueno, no es algo como que va a hacer valer la localía, porque la gente empieza con el murmullo y si el partido no se resuelve rápido, empezás a escuchar los murmullos de la gente. Eso hace que también puedas cometer algún error ¿no? Yo jugando en Racing, por ejemplo, ganando 2 a 0 en Avellaneda, igualmente escuchabas a la gente y decís “hay algo raro en el ambiente”, y te terminaban empatando 2 a 2 o perdías en el último minuto 3 a 2. Entonces, es fútbol. Está abierto el resultado. Es un gol de diferencia, así que puede pasar cualquier cosa. Vélez juega de una manera, Racing de otra. Vélez juega más en equipo. Racing es mucho más vertical. Son dos juegos distintos y lo que dije el mismo día del partido es que gane el fútbol. Acá tiene que ganar el fútbol. Como se hablaba en un momento que iba a haber gente de Racing metida entre la gente de Vélez y que iba a haber problemas, bueno, eso no tiene que pasar. Lo que pasó en Independiente no tiene que pasar más. Esas cosas tienen que empezar a decantar de la raíz del fútbol y del país. Lamentablemente, vivimos todos, incluso con un odio hacia el otro, increíble y no nos damos cuenta de que si nos unimos podemos ser más fuertes que cualquiera que esté arriba nuestro. Así que ojalá se dé un buen partido. Nuevamente que gane el que tenga que ganar, el que tenga que pasar y el que juegue mejor. A veces, el que juega mejor no gana, pero bueno, es el que merece pasar, que pase y que esta Copa Libertadores también pueda levantarla un equipo argentino. Ojalá, porque vienen ganando los brasileros desde hace tiempo. Así que ojalá la pueda levantar un equipo argentino.

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