Desmond Watson todavía no ha jugado ni un solo minuto en la NFL, pero su nombre ya quedó marcado en la historia de la liga. Con 464 libras (210 kilos) al momento de firmar con los Tampa Bay Buccaneers, el joven liniero defensivo se convirtió en el jugador más pesado que ha integrado una franquicia en el fútbol americano profesional de Estados Unidos. Su caso desafía los estándares actuales de la liga, centrados cada vez más en la velocidad y la agilidad.
La historia de Watson es particular desde el mismo momento de su llegada a Tampa. El egresado de la Universidad de Florida firmó como agente libre no reclutado tras no ser seleccionado en ninguna de las siete rondas del Draft 2024. A pesar de su tamaño imponente y una reputación forjada en la NCAA como punto de referencia para los linieros, la preocupación por su peso y movilidad reducida mantuvo a los equipos alejados, hasta que los Buccaneers apostaron por él.
El desafío físico resultó inmediato. Watson fue incluido en la lista de lesionados antes del inicio de la pretemporada y no pudo entrenar con el resto de sus compañeros. El cuerpo técnico y la directiva de Tampa explicaron que sus condiciones físicas debían mejorar antes de permitirle competir. El propio gerente general del equipo, Jason Licht, afirmó al respecto: “Queremos que cumpla algunos objetivos antes de que juegue. Está haciendo un buen trabajo, eso es todo lo que puedo decir”.
El seguimiento diario de su progreso se ha transformado en uno de los temas recurrentes en el entorno de los Buccaneers. El entrenador principal, Todd Bowles, detalló la apuesta por el jugador: “Solo se trata de conseguir que sea un mejor jugador, más sano, para que así pueda salir al campo. Estamos trabajando con él”.
Watson, originario de Plant City, Florida, se acostumbró desde pequeño a ser una figura dominante. Ya en su etapa de secundaria superaba los 180 kilos y su potencia lo distinguía entre sus pares. En la Universidad de Florida, su presencia fue tanto un don como un reto. Alcanzó hasta 225 kilos en 2021 y el staff de los Gators implementó un régimen especial para lograr que pudiera desempeñarse en la línea defensiva. No solo enfrentó tacleadas y bloqueos dobles, sino también el desafío permanente de controlar su peso para mantenerse en competencia.
Al llegar a la NFL, ese viejo dilema se acentuó. Aunque perdió peso desde su ingreso a los Buccaneers, registrando 449 libras (203,6 kilos) en el último informe médico, la franquicia considera que aún no ha alcanzado los estándares mínimos requeridos para competir. Durante los entrenamientos de pretemporada, su imagen en la banda, apartado de los ejercicios grupales mientras dialoga con entrenadores y médicos, se volvió viral en redes sociales y medios especializados.
La expectativa sobre el futuro de Watson persiste. Su capacidad para ocupar espacio y resistir bloqueos le otorga cualidades únicas en el puesto de tackle defensivo. Puede recibir dos bloqueos a la vez y detener el avance por tierra. Pero el gran interrogante reside en su condición física y en la exigencia de sostener varias jugadas seguidas contra ofensivas de alto poderío. Tampa Bay espera que pueda integrarse si alcanza los objetivos de peso pactados; de no lograrlo, su paso por la NFL podría ser tan fugaz como el de otros gigantes que lo precedieron.
El caso Desmond Watson se inscribe en la corta lista de jugadores que han superado las 400 libras (181 kilos) en la NFL, por encima de leyendas como William El refrigerador Perry (382 libras -171 kilos-) y Bryant McKennie (386 -173 kilos-), y superando el récord previo de Aaron Gibson, quien llegó a registrar 410 libras (184 kilos). Pero a diferencia de ellos, Watson aún pelea por debutar y transformar su impresionante físico en una herramienta funcional al ritmo moderno del deporte.