El Congreso que viene después del 26 de octubre: los tres escenarios y la única certeza para Javier Milei

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El Congreso fue un factor clave en la política durante el 2025

A menos de dos semanas de las elecciones legislativas, un informe de La Sastrería, consultora dirigida por Raúl Timerman y Juan Carlos Malagoli, plantea tres posibles configuraciones del Congreso, según los resultados que arrojen las urnas el 26 de octubre. Los escenarios muestran una certeza: incluso en la opción más favorable, La Libertad Avanza (LLA) no conseguirá el control parlamentario y el gobierno de Javier Milei continuará dependiendo de alianzas, acuerdos circunstanciales y negociaciones permanentes.

La conclusión tiene relevancia por dos aspectos clave: la necesidad de tejer acuerdos políticos estables son una condición necesaria para sostener una economía en lenta recuperación, y al mismo tiempo, son imprescindibles para promover reformas profundas -como la laboral, la tributaria y la previsional- que exigen mayorías robustas parlamentarias.

El informe proyecta distintas conformaciones del Congreso según los resultados electorales, desde una victoria amplia del oficialismo hasta una derrota ajustada frente al peronismo. En todas las variantes, el eje del análisis recae en la gobernabilidad.

Más allá de los porcentajes, emergerá de las urnas un factor político nítido, que Timerman y Malagoli, define como “árbitros” de las mayorías. Allí hay un mosaico de liderazgos provinciales.

Javier Milei estará exigido a tener más flexibilidad y capacidad de negociación política

Los bloques que disputan el poder

El peronismo, que competirá bajo el sello Fuerza Patria, constituye el núcleo más duro de la oposición. Conserva buena parte del aparato político y sindical, y mantiene una postura confrontativa ante el gobierno libertario. Este espacio combina liderazgos históricos y estructuras clásicas: Cristina Fernández de Kirchner, presidenta formal del Partido Justicialista pese a su condena por corrupción e inhabilitación perpetua para cargos públicos; Sergio Massa, ex candidato presidencial y líder del Frente Renovador, con influencia en el Congreso y varias provincias; y la CGT, hoy en abierta disputa con la Casa Rosada por la amenaza de una reforma laboral que podría reducir el poder sindical.

En el otro extremo, Provincias Unidas representa una oposición menos confrontativa. Ha concretado acuerdos inestables con el gobierno y exhibe una composición heterogénea de raíz federal, integrada por los gobernadores Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Gustavo Valdés (Corrientes), Carlos Sadir (Jujuy), Ignacio “Nacho” Torres (Chubut), Claudio Vidal (Santa Cruz) y el ex mandatario Juan Schiaretti, hoy candidato de proyección nacional.

Entre ambos polos se define el mapa político de la próxima etapa: un oficialismo de fuerte impronta ideológica, una oposición peronista central y un tercer bloque que pretende encarnar la moderación institucional.

Factor de estabilidad. Los gobernadores de Provincias Unidas

El avance contenido

En el escenario más favorable para el oficialismo, La Libertad Avanza obtendría el 39% de los votos, el peronismo el 33% y Provincias Unidas el 10%.

Con esa distribución, la Cámara de Diputados reuniría 103 oficialistas, 97 opositores y 57 intermedios. El Senado se conformaría con 25 oficialistas, 23 opositores y 24 árbitros.

El gobierno, sin mayoría propia, podría construir una base sólida a través de acuerdos con el PRO y gobernadores aliados. El Congreso funcionaría sin mayorías automáticas, aunque con un equilibrio propicio para Milei. Este escenario habilita una nueva etapa del experimento libertario: menos disruptiva y con mayores posibilidades de reformas si el oficialismo convierte el respaldo electoral en una coalición estable.

El equilibrio inestable

En una versión más pareja, LLA y el peronismo empatarían con el 34% de los votos, mientras Provincias Unidas rondaría el 11%.

Esto proyecta 98 diputados oficialistas, 103 opositores y 56 intermedios. El Senado quedaría dividido: 23 y 23, con 26 árbitros.

Cada proyecto de ley requeriría negociaciones particulares, en un Congreso de geometría variable. El gobierno podría sostener su agenda con apoyos parciales del PRO, algunos radicales o mandatarios provinciales, aunque el costo político sería persistente: concesión, pragmatismo y desgaste.

Sería un Parlamento donde el diálogo surge como necesidad y donde Milei debería gobernar desde el acuerdo para sostener su identidad.

El retroceso

El escenario más adverso coloca al peronismo con el 36%, a La Libertad Avanza con el 32% y a Provincias Unidas con el 12%.

En ese caso, la Cámara baja sumaría 109 opositores, 90 oficialistas y 58 intermedios. El Senado incluiría 26 opositores, 20 oficialistas y 26 árbitros.

Así, Milei enfrentaría un Congreso hostil, con un peronismo dispuesto a bloquear reformas económicas y laborales, acompañado de una CGT en confrontación institucional. La gobernabilidad sería frágil y la parálisis política, un riesgo cotidiano.

El Presidente debería moderar su discurso y reconstruir puentes con sectores del centro para conservar margen de acción durante la segunda mitad de su mandato.

Entre la confrontación y el acuerdo

Más allá de porcentajes, el informe de La Sastrería concluye que la Argentina política se enfila hacia una etapa de negociación ininterrumpida. Ninguna fuerza, ni el oficialismo libertario ni el peronismo tradicional, tiene capacidad para imponer su agenda sin intermediarios.

El Congreso surgido del 26 de octubre funcionará como un espacio de moderación forzada. La verdadera pregunta será quién sepa construir mayorías sostenibles en un tablero fragmentado.

En ese equilibrio, estará en juego el futuro del programa libertario, pero también, una vez más, la estabilidad política y económica del país.

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