
Para Javier Milei cualquier reclamo puede sonar a extorsión. En ese escenario el Gobierno emprende en las próximas semanas la negociación por el Presupuesto 2026, el debate que pondrá a prueba la capacidad de cambio de un presidente que se propuso resetear su gestión política.
Aún rige la desconfianza. “Te mandé un videíto, miralo”, escribe Martín Menem en Whatsapp, y apreta enviar. Lo mismo hace Gabriel Bornoroni, ratificado como jefe de bloque. Va con destino a un grupo de diputados. En las imágenes aparece Manuel Adorni, el nuevo jefe de Gabinete, prometiendo convocar a sesiones extraordinarias para tratar el Presupuesto, la prueba de amor que esperan los gobernadores para conocer si el llamado al diálogo esta vez va en serio. Las declaraciones del nuevo ministro coordinador fueron el martes. El decreto todavía no se publicó e impacienta a quienes se tienen que sentar a negociar.
Eso explica el llamado de atención que recibió la Casa Rosada con el agónico desempate que le posibilitó tener dictamen de mayoría para la “ley de leyes” esta misma semana, a sólo diez días del contundente triunfo electoral del oficialismo. Todo hacía prever que con la victoria le sobrarían voluntades al Gobierno para acompañarlo. Pero no. La oposición dialoguista y los aliados buscaron mandar un mensaje al Presidente para que se siente a negociar.
Aquel dictamen salió gracias a las firmas del PRO, la UCR y un puñado de provinciales, todos en disidencia, lo que anticipa cambios obligados a la letra del texto que despachó la Casa Rosada. Lo que queda del bloque macrista presiona para incorporar la coparticipación para la ciudad de Buenos Aires. Reclamos de pago chico. Exigen que se desglosen los recursos que enviará Nación en el articulado, algo que es una promesa reiterada de Luis Caputo a Jorge Macri, pero que en el Presupuesto no está.

La otra señal la envió el espacio que representa a los gobernadores de Provincias Unidas. Sacaron dictamen propio, de corte similar al de los libertarios. Esto es, sin déficit pero con las leyes vetadas por Javier Milei adentro. A ese conglomerado se anexó Democracia para Siempre, el espacio referenciado en Facundo Manes, y el MID de Oscar Zago, el ex libertario que tira líneas por volver.
Lo que sucedió en la Comisión de Presupuesto fue el telegrama de preaviso de la composición que tendrá el futuro Congreso, con el centro como árbitro y el peronismo en el otro extremo.
El problema sigue siendo el mismo. El Presidente reitera que no hay plata, y suele expresar a sus allegados que cualquier negociación no puede estar acompañada de una extorsión. Para Milei, que le exijan fondos es una extorsión. En esos términos entiende la Casa Rosada el período que viene, en el que vuelve a insistir con que no habrá plata para obra pública, lo que achica a cero el margen para cualquier discusión.
Por el momento, el mensaje que baja el ministro de Economía es que sólo accederá a negociar autorizaciones de empréstitos para tomar fondos externos; algún giro por deudas previsionales; y el siempre vigente reparto de Aportes del Tesoro Nacional (ATN), a discreción. Parece poco para la promesa de recomposición política que exige y mira, sobre todo, Estados Unidos. Para colmo, la presión para los negociadores es alta. Milei pidió que todo el paquete de reformas esté sancionado en febrero, con reforma laboral incluida. Lo paradójico es que el texto no está redactado. Una parte la tiene Sandra Pettovello y otra Federico Sturzenegger.

La discusión será tarea del nuevo Gabinete. Diego Santilli ya empezó a desembarcar aún sin asumir. En el asado partidario que organizó Cristian Ritondo el martes por la noche en la sede del PRO, el designado ministro del Interior contó que se siente confiado en lo que viene, pero desorientado sobre cómo lidiar dentro de un espacio ajeno y con sobrecarga de internas. “Estoy tratando de entender cómo es el management”, les dijo. Ya empezó con algunos encuentros, por separado, con gobernadores. Estuvo el viernes con Ignacio Torres (Chubut) y Raúl Jalil (Catamarca) y la semana que viene seguirá con Marcelo Orrego (San Juan), Gustavo Sáenz (Salta) y Martín Llaryora (Córdoba). El problema que tendrá Santilli es que no tendrá billetera. Dependerá más bien de su cintura. Por lo pronto sumó a Adorni a la mesa de negociación. Su llegada, dicen en el entorno de Karina Milei, busca blindar y proteger al nuevo jefe de Gabinete, poco propenso a tratar con la casta. Pocas cosas odia más Adorni que la política. ¿Se llevará a su nuevo despacho el cuadro que tiene frente a su mesa de trabajo, con el almanaque enmarcado de los días tachados para terminar la campaña de legislador porteño?
La distribución de despachos y el desorden interno
La geografía al interior de la Casa Rosada muestra el nuevo poder. Karina Milei permanecerá en el despacho histórico del jefe de Gabinete, pegado al presidencial. Lo que debería ser su oficina se usa como sala de reuniones de su equipo, todo en el primer piso. Adorni ya se instaló donde siempre estuvo Interior, lugar desde el que ejerció Guillermo Francos. Están buscando oficinas para Santilli, pero lo más probable es que recale en la que usó Lisandro Catalán, pegada a la de Adorni, en la planta baja, todo dentro del mismo espacio físico.
Todavía persiste la feroz interna entre Karina Milei y Santiago Caputo, pero al menos, hubo un intento de administrarla. La secretaria general, reconvertida en CEO del Gobierno, tomó todas las decisiones relevantes, como el desembarco de Adorni y la llegada de Santilli. Ambos están bajo su órbita.
Caputo quedó aislado, pero bajo protección de Milei. No perdió, por ahora, las áreas de poder que maneja, pero vio fuertemente recortado su margen de acción. El propio Milei se encargó de marcar los límites cuando en el tuit en el que anuncia el cargo de Santilli, especifica sus tareas: “Diego será quien llevará adelante las conversaciones con gobernadores y legisladores para poder articular con el Congreso de la Nación cada uno de los consensos necesarios para las reformas que vienen de cara al futuro”. Eso hace un ministro del Interior. El mensaje fue más para Caputo que para Santilli. Le alambró el campo.
El karinismo reivindica a Santilli como propio. “Siempre estuvo de su lado mientras que Ritondo se pegó demasiado a Caputo”, apunta un hombre del círculo cercano a la secretaria general. Ritondo fue a pérdida. Se quedó sin cargo en el Ejecutivo, sin Presidencia de la Cámara de Diputados, y al mando de un bloque completamente diezmado. Otro que corrió la misma (mala) suerte fue Guillermo Montenegro, intendente de Mar del Plata. Pasó de estar a tiro de ser ministro nacional a ganarse, por su cercanía a Caputo, la frialdad de Karina.
Cerca de la funcionaria pronostican guerra. Van a empezar a meterse en áreas del asesor presidencial, como el PAMI, organismo que había quedado envuelto ya hace unos meses en la escandalosa interna. La mira está puesta en el segundo de la entidad, Carlos Zamparolo, referenciado en Caputo. También buscarán recortarle funciones en la legislatura bonaerense, a través del reemplazo de Agustín Romo, actual jefe del bloque libertario, por un alfil de Sebastián Pareja. Podría ser un puesto para Francisco Adorni, electo diputado provincial, oriundo de La Plata y hermano de la mano derecha de Karina. Los integrantes de las Fuerzas del Cielo, igual, prometen resistir. El tema ya llegó a oídos de Milei, que protege a su asesor, a pesar de haberlo corrido de la centralidad de la política en estas primeras dos semanas tras la elección.
El Presidente suele mediar. No está ajeno. Alguna vez le pidió a Pareja que bajara los decibeles en la red social X, donde ambos bandos se cruzan día y noche. “Le van con el cuento a Milei”, se quejó el armador bonaerense ante los suyos, sobre todo después de que las agresiones verbales terminaran en trompadas en el lobby del hotel de Rosario donde cerraron la campaña nacional, cuando Pareja se fue a las manos con el tuitero Esteban Glavinich, alias Traductor Te Ama. A su gente le contó que recibió hasta la felicitación de una alta funcionaria, que no es Karina, por lo que pasó.
En un sector del Gobierno sostienen que lo que pretendía Caputo era controlar el Ministerio del Interior, pero con una persona afín a él. Otra vez tras bambalinas. Quienes están cerca de Milei cuentan que fue Patricia Bullrich la que le pidió al Presidente un corte al tema. “Su intervención fue clave”, aportan en el karinismo. La ministra de Seguridad ganó terreno. En principio, mantiene el acuerdo con Milei para que su segunda, Alejandra Monteoliva, asuma su cargo, tal como se lo prometieron cuando aceptó ser candidata, y ya desembarcó como jefa del bloque libertario en el Senado. Fue el único cambio que hizo Karina Milei entre sus alfiles en el Congreso después de ratificar a Menem y a Bornoroni. Bullrich fue la única autorizada a subir un corte de video de la intervención de Milei ante los senadores y diputados, reunión que fue a puertas cerradas, en el que reivindica su rol como articuladora única.

La interlocución parlamentaria, de todas maneras, viene trabada. Santiago Caputo siguió llamando a algunos diputados esta semana, y también lo hizo Sebastián Amerio, su hombre en el Ministerio de Justicia, ascenso bloqueado por Karina Milei. Martín y Lule Menem junto con Bornoroni también presionaron para que saliera el dictamen de Presupuesto, y de parte del Poder Ejecutivo, intervinieron José Rollandi, un sobreviviente de los tiempos de Nicolás Posse y el recientemente expulsado Guillermo Francos, y Carlos Guberman, secretario de Hacienda.
El pedido por más “termos” y la decepción de Macri
El Gobierno espera un bloque propio bien verticalista, con disciplina partidaria. “Termos”, simplificó la cosa Lilia Lemoine. El pedido fue de Milei en la reunión del miércoles pasado ante los legisladores. “Habló como si el PRO no estuviera”, se quejó un diputado del partido de Macri, presente como el resto del bloque en el encuentro. Allí, Milei pidió que nadie fuera a los medios sin autorización oficial, que no hicieran referencia a la reforma laboral que vendrá y que no presenten proyectos de autoría ajena al Ejecutivo. Muchos argumentos para hacer crecer la “profunda decepción” del ex presidente.
Aquella reacción de Macri parece ser un sentimiento difícil de soltar para su exigua tropa. Esta semana perdieron otra diputada. La cordobesa Belén Avico se pasó a las filas libertarias junto a los otros siete bullrichistas que ya lo había hecho en la previa a la cena en Olivos. El ex presidente sigue dolido porque entiende que colaboró con el triunfo libertario tanto en 2023 como este año, y su apoyo no fue retribuido. Además de quejarse en público de los cambios en el Gabinete, lanzó la advertencia de que tendrá un candidato presidencial en 2027. El problema es que él no quiere ser. Volvió a sonar el nombre de María Eugenia Vidal. La realidad es que hoy el PRO está enfocado en preservar la ciudad de Buenos Aires. El Gobierno está decidido a plantar candidatos en todos los distritos donde ya ganó. Para meter ruido en la Rosada, en el macrismo creen que Adorni será finalmente el elegido para territorio porteño, en detrimento de Bullrich. El problema que identifican en el PRO es que perdió su identidad en Córdoba, Santa Fe o Tucumán, y está acorralado en CABA.

Abierto el libro de pases
Los movimientos de todos los espacios políticos hay que leerlos en clave de lo que ocurrirá el 10 de diciembre, con el recambio parlamentario. Sería algo así como la temporada alta del libro de pases, reacomodamientos que buscan sobre todo hacer crecer el número por bloque para el reparto de comisiones y cargos. Los libertarios van a la cabeza, esquilando al PRO. Ya se fueron ocho diputados y están trabajando para ampliar el número. Hay incluso díscolos que piden volver, como Lourdes Arrieta, que enigmática, empezó a retomar lazos con sus ex socios. Los radicales bajo el amparo libertario buscan nueva jefatura, y pica en punta el gobernador Alfredo Cornejo para entronar a la también mendocina Pamela Verasay como jefa de los seis diputados que le quedarán a la UCR. También jugarán en tándem con el oficialismo los representantes de los gobernadores de Salta y Misiones, enrolados en Innovación Federal.
Encuentro Federal trabaja también para robustecer su bloque. Le sirve sobre todo a Menem, para quitarle poder al peronismo. Martín Llaryora hará valer sus seis diputados. Es poco probable que Juan Schiaretti asuma la jefatura, que quedaría para Miguel Pichetto. Aspiran a sumar nuevamente a la Coalición Cívica, a Democracia para Siempre a través del ingreso de Martín Lousteau, y se ilusionan con los desencantados mileístas.
Este sector, junto con Unión por la Patria, presiona con la amenaza de convocar a sesión antes del recambio para que el Gobierno finalmente ponga la firma para tratar el Presupuesto en extraordinarias. Sólo amenaza.
La semana que pasó dejó un hilo de catarsis en todos los bloques. En el peronismo también. El miércoles se reunió el espacio que comanda Germán Martínez, que quedará clavado en 98 integrantes, sumando un tucumano que responde a Juan Manzur y no al gobernador Osvaldo Jaldo. La presión al interior del peronismo la ejerce Sergio Massa. “Está orejeando”, le bajan el tono los diputados sobre las versiones que ubican al ex ministro de Economía con ganas de armar un espacio propio del Frente Renovador y unirse en interbloque. “Es más Massa que el massismo”, lo chicanean quienes creen que la movida responde a su intención de subirse el precio para negociar las autoridades de la legislatura bonaerense. Hace rato que Emilio Monzó, que no logró renovar su banca, le viene insistiendo para rearmar el centro.
Otro que entró en zona de dudas es Gerardo Zamora. El gobernador de Santiago del Estero se reunió con Milei y se fue de gira provincial a Barcelona y a Estambul. “Voy a estar donde siempre estuve”, les hizo llegar como mensaje a sus diputados.
El peronismo se muestra en guardia ante cualquier intento de ruptura de la estructura del bloque pero ensaya un giro: pasar de la resistencia a las propuestas. Moderarse. “Vamos a presentar proyectos alternativos en todos los temas”, dice un diputado. Eso incluye la reforma laboral.
Ya cedieron en el Senado con la ley que regula los Decretos de Necesidad y Urgencia, avalando la modificación que introdujeron los diputados. Fue insólito pero el kirchnerismo se posicionó más amigable con el Gobierno que la cordobesa Alejandra Vigo. Es probable que el dominio peronista de estos últimos años en la Cámara alta tenga su gala de despedida antes del recambio legislativo. Están planificando una última sesión, en la semana del 20 de noviembre. Una despedida del bloque hegemónico que logró condicionar cada movimiento parlamentario de Milei y que ahora tendrá que reinventarse con un recortado poder de fuego.



