OpenAI, la compañía que revoluciona el mundo hace tres años con ChatGPT, firmó una carta de intención con la argentina Sur Energy para construir un centro de datos en algún lugar de la Patagonia con el que abastecer la demanda de herramientas de inteligencia artificial a los usuarios de la región, y que de concretarse requerirá una inversión estimada en US$25.000 millones.
ChatGPT tiene 800 millones de usuarios, está valuada en US$500.000 millones y si se construye este megacentro de datos usará una parte de otros US$500.000 millones que prometió Donald Trump a principios de este año cuando lanzó el proyecto Stargate: una apuesta para que Estados Unidos siga liderando en el terreno de la inteligencia artificial, y que es parte de la pulseada comercial y política que tiene con China.
Stargate tiene un presupuesto inicial de US$100.000 millones de capital privado; además de OpenAI participan Oracle (la valuación de la compañía trepó un 67% en lo que va del año), el fondo de inversión japonés Softbank y el fondo soberano de Abu Dhabi, MGX.
Stargate anunció la construcción de cinco centros de datos en Estados Unidos para abastecer la demanda imparable que tiene la inteligencia artificial generativa, y replica otros acuerdos que OpenAI firmó en Reino Unido, Alemania, Noruega, Japón y Corea del Sur.
En el caso de la Argentina, la decisión tiene que ver en parte con la política del gobierno de Javier Milei, que busca que nuestro país sea el cuarto jugador mundial en infraestructura para inteligencia artificial, algo que requiere enormes inversiones de dinero para ampliar la limitada infraestructura energética nacional.
Parte del monto prometido en la carta de intención irá en ese sentido; el resto, en computadoras especializadas en hacer los cálculos que permiten a ChatGPT, Gemini y otras inteligencias artificiales dialogar con las personas como si fueran sabelotodos casi humanos; el principal fabricante es Nvidia, hoy la compañía más valiosa del mundo, y que el mes pasado anunció una inversión en OpenAI (su principal cliente) por 100.000 millones de dólares.
La Patagonia, además, es una fuente potencial de energía renovable desaprovechada, primero con el viento y luego con la energía atómica, a partir del Plan Nuclear Argentino que presentó el Gobierno hace casi un año, dirigido precisamente a atraer centros de cómputo internacionales, que consumen enormes cantidades de energía para funcionar, y que podrían encontrar en la región un lugar donde funcionar.
El interés por la Argentina surge de otro dato: uno de cada tres adultos argentinos utiliza ChatGPT con asiduidad, según la compañía, y Argentina figura entre los cinco países de América Latina con más suscripciones pagas y con mayor crecimiento de desarrolladores que integran la tecnología de OpenAI en sus aplicaciones.
Abrir una “sucursal” cerca de los clientes con un centro de datos es natural, y usual: compañías como Netflix o Microsoft tienen centros de hardware el país para no depender de conexiones a internet que obligan a los datos a ir de una punta a la otra del planeta por el lecho del mar.
La Argentina lidera la región también en adopción de criptomonedas, y siempre se destacó por tener buenos profesionales de software y ser una fuente importante, a nivel regional, de unicornios, es decir, empresas de base tecnológica que alcanzan los mil millones de dólares.
Los empleos locales relacionados con el funcionamiento de este centro serán temporales (obreros de construcción) o acotados (ingenieros encargados de mantener en funcionamiento los sistemas).
Acercar las máquinas al país facilitará la creación de negocios montados sobre su IA, y a OpenAI le reducirá costos de operación en el largo plazo. OpenAI busca que ChatGPT tenga un rol central indiscutido en la computación del futuro. Todos los caminos deben conducir a Roma, pero primero hay que construirlos.