El lunes pasado, a pocas horas de conocerse el resultado de las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires, la vicegobernadora de Santa Fe, Gisela Scaglia, envió un mensaje al grupo de WhatsApp que comparte junto con los presidentes provinciales del PRO y propuso rediscutir el rol del partido amarillo en noviembre, después de los comicios nacionales, alejado de La Libertad Avanza. El texto generó enojo, sobre todo entre los dirigentes que firmaron la alianza bonaerense. Sin embargo, el malestar interno crece por el armado libertario a nivel nacional. Lo dejó en claro una persona de confianza de Mauricio Macri: “Hemos sido estafados”.
Como ocurrió antes del cierre de las alianzas y de las listas, volvió a ponerse en discusión la conveniencia para el PRO de asociarse política y electoralmente a LLA. Es la postura que plantearon en mayo, en la sede de Balcarce, y durante una asamblea convocada por el expresidente, dirigentes como María Eugenia Vidal, Soledad Martínez, Silvia Lospennato, Jorge Macri, Ignacio “Nacho” Torres y la mencionada Scaglia.
Hay dos miradas para analizar el resultado en Buenos Aires: la postura del vaso medio vacío, que argumenta que no sólo perdiste identidad (nombre y color en la boleta), sino que te fue mal en distritos que acompañaron en otras oportunidades y que lograste retener solo siete bancas al Parlamento de las 12 en juego. La visión del vaso medio lleno, a su vez, invierte la explicación. “No es que de 12 sacamos 7, sino de uno probable, porque esa era lo que decían las encuestas… Metimos siete”, sostuvo un importante dirigente macrista a Infobae.
“No supimos imprimirle épica”
Uno de los armadores amarillos en la provincia, que participó de la ingeniería electoral en el interior bonaerense, realizó un balance crudo de la derrota. “A todos nos cuesta entender qué hicieron los intendentes del no peronismo. (Guillermo) Montenegro hizo una mega elección; Soledad Martínez hizo una mega elección; Ramón Lanús hizo una mega elección, Passaglia hizo una mega elección. El resto no. Las elecciones locales del no peronismo fueron todas malas”, sostuvo.
Y amplió: “No creo que sea un tema de gestión. La gestión de Diego Valenzuela no es mucho peor que la de Soledad o la de Passaglia. Creo que a algunos les fue bien, pero faltó entender que no era una elección normal de medio término, sino que había una cuestión de épica. Algunos no pudieron imprimirle eso”.
La autocrítica también apuntó a fallas operativas y de fiscalización: “Hubo fallas en el armado, en la construcción, en la campaña. Hubo fallas estructurales, fallas económicas de la macro que no baja. Hubo problemas con la fiscalización, sí. Esos problemas existieron. Pero no es lo único, no es que resolviendo eso resolvés octubre”.
Frente a las críticas, y los reclamos para ya pensar la construcción de una alternativa a Javier Milei de cara de 2027, los defensores del acuerdo bonaerense PRO-LLA plantean que todavía “no es momento”. “Eso sería entregarle la llave del auto al kirchnerismo. Ahora hay que corregir errores y salir para adelante. No se le puede dar el auto prendido, con las llaves puestas, al peronismo. Es un disparate”.
El factor octubre
Mauricio Macri observa la escena política con cautela. El expresidente evitó pronunciarse antes y después de las elecciones, tampoco hizo campaña ni gestos de apoyo a los candidatos amarillos que fueron en las listas violetas. Dejó hacer. Desde su entorno dejaron trascender que está molesto con Milei.
Tampoco intervino de cara a la convocatoria de Casa Rosada a los armadores bonaerenses Cristian Ritondo, Diego Santilli y Guillermo Montenegro para participar de una mesa de conducción, liderada por la secretaria general de la presidencia, Karina Milei, que debutó esta semana tras la derrota electoral, en lo que fue el primer ámbito de discusión política ampliada a los socios electorales en más de 10 provincias.
“Hace falta menos rock and roll y más política. Más dirigentes de verdad y menos punteros. En La Matanza liberaron escuelas enteras porque se quedaron con la plata de la fiscalización. Eso no puede volver a pasar. Eso se tiene que plantear en la mesa de Casa Rosada”, indicó un armador provincial del PRO.
A su vez, uno de los dirigentes amarillos que visitó esta semana la sede gubernamental de Balcarce 50 planteó: “El PRO tiene un rol importante para adelante, y ojalá el Gobierno, cuando sienta el frío en la espalda de todo este quilombo, entienda que no puede pelearse con todo el mundo y que el monocolor no es bueno para ellos tampoco”.
Además de la Mesa Bonaerense, hubo otra voz del gobierno nacional que pidió más participación del propio Mauricio Macri. “Sería bueno hablar con él, si se hizo una alianza, estaría bueno que eso se muestre”, planteó la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Cerca del líder del PRO, y ante la consulta de Infobae, son escépticos: “No va a pasar, el Presidente va a hacer todo lo que le diga la hermana; no va a haber apertura”. No recibieron ninguna señal de acercamiento, hasta el momento.
Hace un mes se cumplieron dos años del triunfo de la actual funcionaria libertaria en la interna del PRO ante Horacio Rodríguez Larreta que la convirtió en la candidata presidencial para competir contra Javier Milei y Sergio Massa. Lo que pasó es historia conocida: apoyo en el balotaje presidencial, rol destacado en el gobierno nacional y un camino que la llevó a desafiliarse del partido que presidió durante años para firmar por el sello violeta.
Paradoja de la historia y la política. Mientras Bullrich señalaba la necesidad de que el gobierno tenga algún gesto a su exjefe político, Macri y Rodríguez Larreta coincidieron, ayer, en un reconocido café de Avenida Del Libertador. Desde ambos sectores, consultados por Infobae, señalaron que se cruzaron “de casualidad en el mismo lugar”, que “estaban en mesas diferentes”, y que “hola y chau, y no se sentaron juntos”. Todo tiene que ver con todo.