“Si ya juntan número con sus nuevos aliados, no hacés nada de política y las señales del Ejecutivo nunca son claras, un par de trompazos más no vamos a comer”, fue la frase que un jerarca oficialista senatorial deslizó a Infobae para pincelar, antes del muy beneficioso receso que se inventa siempre en el Congreso, el complejo panorama que le espera a la Casa Rosada, al menos, en la Cámara alta: el kirchnerismo y los otrora “dialoguistas” podrían impulsar hasta tres sesiones con leyes incómodas para el Ejecutivo antes de las elecciones de medio término, a realizarse octubre próximo.
La sentencia partió de uno de los principales despachos libertarios de la Cámara alta y coincide con las percepciones de muchos legisladores, funcionarios, asesores que adelantaron -con sobrada anticipación- las últimas piñas que recibió el Gobierno con jubilaciones, moratoria previsional, emergencia en discapacidad, fondos para gobernadores e incluso -y para nada menor- la insistencia del veto que Javier Milei aplicó para la ley de emergencia para Bahía Blanca sancionada por las Cámaras baja y alta.
“Allá les importa poco y nada la convivencia. Los enlaces entre el Congreso y el Ejecutivo son cada vez más débiles y mediocres. Además, desde la Rosada nos acusan injustamente y sin tantos argumentos válidos. El año pasado logramos ganar tiempo y bloquear algunos proyectos; hoy, ni siquiera tenemos eso. Y la culpa es, en gran parte, del Gobierno. Ahora no pueden controlar su propia interna y le toman el pelo a aliados que ayudaron bastante durante tu primer año de gestión, pero después culpan a los acá”, escuchó este medio en una de las principales oficinas libertarias.
En tanto, un legislador dialoguista reconoció: “El problema es, por cómo quedaron conformadas las comisiones, que algunas tienen una potencial mayoría entre kirchneristas y ex aliados del Gobierno con ganas de hacer daño. El ejemplo más claro ocurrió en la de Presupuesto y Hacienda, que tardó semanas y semanas en comenzar a tratar los textos que venían de Diputados -jubilaciones, moratoria previsional y emergencia en discapacidad- y, con la auto convocatoria de la misma luego validada en el recinto -el pleno es soberano-, ahora tiene una llave más fácil para dictaminar. Ya no necesitamos más plenarios, como en la Cámara baja”.
De cara a agosto y, a pesar de continuar pendiente un viejo pedido de sesión especial realizado a Villarruel por dialoguistas y aliados -temario muy cargado, aunque un puñado de proyectos despachados no cuenta con los votos suficientes para su aprobación-, el kirchnerismo pretende que Diputados le envíe rápido las iniciativas de fondos para universidades y sobre la situación del hospital pediátrico -líder en la Argentina- Garrahan. Aterrizarían más en la Cámara alta. Para lo referido a las casas de estudio espera la comisión de Educación, que comanda el camporista Eduardo De Pedro: en 2024, recién la activó a fines de agosto; el corriente año, durante la segunda quincena de mayo.
Mientras tanto, en el Senado coexiste un oficialismo que ya no habla casi nada con la vicepresidenta y titular del Cuerpo, Victoria Villarruel; un rival revitalizado por las tribus kirchnerista y justicialista, que hasta hace dos minutos se mostraban distanciados, junto a un pequeño combo de ex dialoguistas que sienten el momento de “a todo o nada” y prefieren una mayoría provisoria con el cristinismo -por caso, radicales como Martín Lousteau– y silvestres provinciales. Algunos de los últimos, más preocupados por cuestiones administrativas del Senado o por leyes personales de poca monta más que por la situación de sus distritos.
En otro despacho violeta prefieren mantener la calma y bajaron las acciones de las hipotéticas sesiones. “Falta todavía. Nunca es tarde para hablar y está la campaña electoral. Además, en el último encuentro no se vio a una oposición tan violenta. En particular, con Villarruel. ¡Hasta la elogiaron en un momento! Todo muy normal. Veremos cómo la tratan la próxima ocasión”, manifestó un libertario a Infobae, con cierto destello de bronca.