Se perdió un Mundial por irse de fiesta y dice haberse acostado con más de 5000 mujeres: Renato Gaucho, el verdugo del Inter

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Renato Gaucho, ex Flamengo, dio el golpe con Fluminense (REUTERS/Agustin Marcarian)

El Fluminense firmó uno de los golpes más impactantes del Mundial de Clubes: superó 2-0 al Inter de Milán, subcampeón de la Champions League, y lo eliminó en octavos de final. La mente detrás del hito es Renato Gaúcho, de 62 años, un experimentado DT que dirige por sexta vez al conjunto carioca, aunque también pasó por el Flamengo, su clásico rival, el Gremio, donde es ídolo, Athletico Paranaense y Vasco da Gama. Acumula 11 títulos con el buzo de entrenador y múltiples polémicas que arrastra de su época como jugador, por cuestiones disciplinarias y sus declaraciones siempre condimentadas.

Desde que comenzó su carrera como director técnico en 2000 (aunque tuvo una breve experiencia a cargo de un plantel cuando aún era jugador en 1996) trató de ser protector con sus jugadores y de conducirlos con mano izquierda hacia cierta disciplina, acaso con la intención de que ninguno de sus dirigidos tenga que llegar a actos de rebeldía como los suyos, que fueron su mayor obstáculo para que su trayectoria como jugador fuera aún más resonante.

Renato Portaluppi nació en Guaporé, en el municipio de Río Grande do Sul, en la región gaúcha brasileña, el 9 de septiembre de 1962 en el seno de una familia numerosa –tiene 14 hermanos, de los cuales dos jugaron al fútbol, Flavio y Mauro, y otros dos fallecieron antes de 1984-. Su padre, Francisco, era albañil y murió sin verlo como jugador profesional, y su madre, María Tedesco, perdió la vida por un derrame cerebral en 2010 a los 73 años.

Como futbolista, dio el salto en Gremio de Porto Alegre, donde era comparado con Garrincha. En 1983, ganó la Libertadores y la Intercontinental siendo figura, pero comenzaron a aflorar los problemas de indisciplina, con roces con la dirigencia y los entrenadores.

La frase de Renato Gaúcho sobre la cantidad de mujeres que habría conquistado llegó a la tapa de un diario de Brasil

Brilló en Flamengo, pasó a la Roma, pero no se destacó. Incluso fue acusado de llegar borracho a los entrenamientos. Volvió al Fla. Botafogo, Cruzeiro, Atlético Mineiro, Fluminense y Bangú fueron otros de sus destinos, antes de colgar los botines con 214 goles en 672 partidos, con dos títulos gaúchos, uno carioca, un mineiro, un Brasileirao, una Copa Guanabara, una Copa de Brasil, una Copa Libertadores, una Intercontinental, una Supercopa Sudamericana y una Copa América con la selección de Brasil, con la que anotó cinco tantos en 41 cotejos, aunque se quedó afuera del Mundial de México 1986.

¿La razón? El entrenador Telé Santana se enteró de que había estado en una fiesta junto a otros amigos, en la que apareció alcoholizado, pero decidió darle una segunda oportunidad. Una vez más, se escapó de la concentración junto con su compañero Leandro y fue definitivamente excluido de la lista definitiva.

Renato estalló entonces en una entrevista posterior al Mundial: “Telé es un estúpido. Terminó echando a los tres extremos que había llamado y se fue derrotado de México. Es el único hombre al que odio”. También estuvo en el Mundial de Italia 1990, cuando ingresó como suplente en la derrota ante Argentina por los octavos de final, y estuvo en la Copa América de Chile 1991. Su último partido fue un amistoso ante México en Guadalajara en 1993.

Como director técnico, comenzó en el Madureira en 2000, pero siempre estuvo pendiente del “futvoley” con el que fue dos veces campeón mundial en la especialidad “4×4″, al punto de que no aceptaba ofertas que no fueran de clubes de Río de Janeiro, porque además, sostenía, eso “lo alejaba de la playa y la bebida”. “Los que saben de fútbol se quedan junto al mar. Los que no saben, se van a Europa a aprender algo”, llegó a decir.

Fue delantero y lo comparaban con Garrincha (REUTERS/Susana Vera)

Precisamente, su primera gran campaña en el banco fue con el Fluminense, con el que llegó a la final de la Copa Libertadores 2008 y perdió la final por penales como local ante Liga de Quito, que dirigía Edgardo Bauza.

En 2016 se hizo cargo de Gremio y encontró un plantel ideal para desarrollar sus ideas de jogo bonito y terminó ganando la Copa Libertadores 2017 en la final ante Lanús, que lo proyectó al Mundial de Clubes, donde cayó en el partido decisivo ante Real Madrid pero tuvo, una vez más, la chance de polemizar, ahora con Cristiano Ronaldo.

“Es un gran futbolista –manifestó- pero yo fui mejor que él porque era más técnico y él no es tan versátil como era yo. Me gustaría imaginarme a mí en el Real Madrid con la estructura y los compañeros que tiene, y que él viniera a jugar la estadual, la Copa Libertadores, con cuatro meses sin cobrar como estaba yo”. Ese año quedó segundo en el ranking mundial de entrenadores sólo detrás de Zinedine Zidane.

En 2018 venció a Independiente por penales por la Recopa Sudamericana aunque fue eliminado por River en la semifinal de Copa Libertadores. Para ese entonces, comenzó a presionar al Gremio con que se merecía una estatua por todo lo que le había dado al club como jugador y entrenador y el presidente Romildo Bozán acabó cumpliendo, con un monumento de 4,10 metros en los alrededores del estadio Arena do Gremio. En 2022 se transformó nuevamente en héroe cuando logró devolverlo al Brasileirao. Antes, en 2019 volvió a ser semifinalista de la Copa Libertadores ante el Flamengo del portugués Jorge Jesús.

Renato presumió toda su vida de sus conquistas amorosas. “Una vez estaba con Pelé en un programa de televisión y pasaron un gol suyo. Él me miró y me dijo: mira, Renato, ese es apenas uno de mis más de mil goles. Yo le contesté: para cada gol suyo una mujer de las mías, aunque usted paró a los mil y pocos y yo aún sigo”, comentó.

“El jugador de fútbol –siguió afirmando Renato, a modo de advertencia- tiene la mejor profesión del mundo: coches, ropa, mujeres, hotel cinco estrellas. Pero en el medio y los fines de semana, hay que saber qué hacer con ese pedazo de cuero”.

Renato volvió a demostrar que también sabe qué hacer con la pizarra. Con Germán Cano, Hércules y compañía, pusieron de rodillas al Inter subcampeón de la Champions.

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