El secreto de los campeones de Wimbledon: la cuerda de tripa natural, un clásico que cumple 150 años

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Pete Sampras, uno de los cultores de la cuerda de tripa natural en sus raquetas (Foto Zuma Press/The Grosby Group)

El lunes comenzará el tercer Grand Slam de la temporada. Se juega sobre la gramilla en la Catedral del tenis, empieza Wimbledon. Un certamen clásico, colmado de tradición, surcado por grandes campeones que dejaron su impronta en el certamen y que tuvieron algo en común, además de ser los más ganadores sobre la hierba londinense en la Era Open: todos ellos utilizaron la cuerda de tripa.

Nacida hace un siglo y medio, esta cuerda de calidad superior terminó dominando al mundo del deporte blanco, que pasó del uso habitual en embutidos a la raqueta de los virtuosos y las leyendas del tenis.

La raqueta de tenis es la herramienta, el arma, el cincel con el que el jugador se transforma en artista, en campeón o, al menos, con la que intenta abrirse camino en este deporte. Pero de nada valdría una raqueta si su aro no estuviese provisto de un encordado. Esos 11 o 12 metros de hilo que se distribuyen y entrecruzan de manera horizontal o vertical de acuerdo al gusto, juego y sensibilidad de cada tenista. Porque no utilizan el mismo patrón de encordado ni la misma tensión, como tampoco el mismo tipo de material de construcción de esos filamentos destinados a mejorar la calidad de sus golpes.

Por eso, a la hora de construir un jugador es importante saber cuál es la cuerda que mejor se adapta a sus características y necesidades. Existen diferentes tipos de cuerdas, pero podría dividirse en dos grupos: las sintéticas y las de tripa natural.

Varios de los campeones de Wimbledon optaron por seguir la antigua tradición (Foto REUTERS/Toby Melville)

¿Qué tiene de diferente la cuerda de tripa natural por sobre las sintéticas que la hace tan especial? Elegida por muchos por ser la más delicada, ofrece una respuesta inmediata a los golpes, elasticidad natural, mayor sensibilidad y una mejor absorción de las vibraciones a la hora de impactar y dominar la pelotita de seis centímetros.

Algunos de los exponentes que utilizaron esta cuerda en la Era Open han sido leyendas como Björn Borg (5 títulos Wimbledon), John McEnroe (3), Ivan Lendl, Stefan Edberg (2) y Pete Sampras (7), por ejemplo. Más cercanos en el tiempo, también incluyeron a la tripa natural en su encordado, ya sea completo o combinándola con sintético (híbrido), Roger Federer (8), Serena Williams (7), Andy Murray (2) y Dominic Thiem. Mientras que entre los que compiten en la actualidad se encuentran Novak Djokovic (7), Grigor Dimitrov y Alexander Zverev, entre otros.

A pesar de la proliferación de cordajes sintéticos, la tripa natural mantiene su vigencia, una cuerda que, aunque parezca mentira, en sus comienzos tenía otras utilidades muy diferentes, y ésta es la historia de su creación.

En el último cuarto del siglo XIX, la aristocracia francesa practicaba su deporte favorito en los salones, el Jeu de Paume, que comenzó jugándose con las manos, luego con guantes de cuero y, posteriormente, con las primeras raquetas íntegramente realizadas en madera, que servían para impactar a las pelotas rellenas de corcho. Este juego es el antecesor del tenis, un juego al que le dio luz como deporte el mayor inglés Walter Clopton Wingfield, el 23 de febrero de 1874, quien modernizó y codificó las primeras reglas, en un kit que incluía raquetas y las, ahora sí, pelotitas de caucho.

Fue un año más tarde cuando Pierre Babolat tuvo una idea revolucionaria, la de cambiar el concepto de las cuerdas de tenis, que eran de nylon, y suplirlas por las cuerdas que se utilizaban en instrumentos como el violonchelo y otros similares.

Un tiempo antes, Pierre había recibido una carta de Gibson Busseg, un fabricante inglés de raquetas, quien había escuchado hablar de la empresa que Pierre tenía montada en Lyon. Los establecimientos Babolat & Monnier eran los más importantes. Todos los días, sus equipos se ponían a recolectar residuos de intestino delgado de animal en un matadero cercano, para ser recicladas y reacondicionadas. Las pieles que recubrían salchichas y embutidos, o que finalizaban como cuerdas para instrumentos musicales o hilos quirúrgicos, rubros en los que la firma tenía mucha experiencia y gran reputación, ahora tendrían otro destino completamente nuevo.

Ivan Lendl y Andy Murray (AFP)

Pierre Babolat nada sabía de deportes y mucho menos de tenis, pero recibió el pedido de Gibson con entusiasmo y aceptó el desafío, todo un reto para la tecnología de aquellos tiempos, porque había que considerar todo el proceso, los tiempos de secado y las características para cubrir toda la superficie de la raqueta hasta lograr una cuerda de más de seis metros de largo y con buena resistencia al uso.

De esta manera, aquella pequeña fábrica de cuerdas montada en el actual distrito 1 de Lyon, a principios del siglo XIX por Savaresse, un luthier italiano hijo de inmigrantes, empezó a cambiar de rumbo. Se había establecido al lado de una carnicería que hacía las veces de matadero, para recuperar los intestinos de las ovejas y hacer las cuerdas. Años más tarde, durante la revolución industrial, Savaresse se unió a Jean Francois Monnier, quien luego se asociaría con su yerno Pierre Babolat -sus padres eran carniceros-, para la producción de cuerdas para instrumentos musicales, hilos quirúrgicos y embutidos. En 1875 la compañía emigró al distrito de Gerland y se unieron a los mataderos de la ciudad.

La tripa natural original elegida para hacer las primeras cuerdas era de oveja, pues el intestino delgado del animal es de una calidad y textura excepcional, logrando un producto de gran nobleza. Pero había cuestiones de producción que jugaban en contra de su desarrollo: eran necesarias seis ovejas para hacer una sola cuerda, además, tenía baja resistencia a la tracción y poca longitud. Por esta razón, fueron reemplazadas por tripas de vaca con membrana serosa, que contiene fibras de colágeno y fibras elásticas, lo que da un mejor resultado para la comodidad y la efectividad del juego.

Muy pronto, Pierre Babolat comprendió que la cuerda era un elemento fundamental de la raqueta, a pesar del corto tiempo de contacto con la pelota, estimado entre 3 y 7 milésimas de segundo, conocido como el “momento crucial”.

El emprendedor Pierre aprende rápidamente de sus primeros experimentos y poco tiempo después, al modernizarse el deporte, sus cuerdas se convierten en un elemento clave de este arsenal para jugar. La empresa se había convertido en la marca favorita de las estrellas, por la comodidad, la potencia y la durabilidad de la tripa, que nunca ha sido igualada. A fines de la Primera Guerra Mundial, el tenis experimentó sus primeros grandes movimientos y, en la década del ’20, explota el uso de la cuerda de tripa. Considerada una joya pulida, la cuerda de tripa francesa sobrepasa las fronteras del país galo, ya que los jugadores se tornaron más exigentes. Los mejores tenistas de ese momento impulsaron el desarrollo de este producto y presionaron a Albert Babolat, quien se había hecho cargo del negocio familiar a principios de esa década, por un producto que fuese más refinado técnicamente, para conseguir una cuerda más delgada y que soporte mayor presión.

Aprovechando la aparición de cuatro grandes jugadores franceses, a quienes denominaron Los Mosqueteros, comenzaron a realizarse pruebas para lograr el más alto nivel de eficiencia y obtener una cuerda más avanzada. Para eso, se les entregó a René Lacoste, Jean Borotra, Henri Cochet y Jacques Brugnon muestras de cuerdas, cada una de ellas denominadas con una letra, para que las probaran, las exigieran y dieran su parecer. Después de varios intercambios, la muestra designada con la letra “V” fue la mejor calificada, pero, en especial, la nombrada como “VS”. En este caso, la “S” significaba sólo “Superior”. Así fue que, en 1925, se produjo el nacimiento de los rollos de cuerda de tripa natural de calidad “VS”, que no era una marca, sino simplemente un nombre en clave, pero que terminó marcado un hito y culminó extrapolando su nombre técnico a denominación comercial.

Walter Clopton Wingfield (Wikipedia)

El proceso de fabricación

El proceso que lleva a crear una cuerda tan delicada y sensible comienza desde la tierra misma en donde crece el césped del que se va a alimentar a la vaca. Ese lugar queda en la región francesa de Bretaña, más precisamente en la localidad de Ploermel, próxima a la ciudad de Rennes. Allí, las condiciones naturales del clima proveen de características de humedad y temperatura ideal para la crianza de esos animales.

Una vez que se obtienen las vísceras del animal, el siguiente paso es la selección de los intestinos delgados frescos y sanos de esas vacas (serosa), rica en colágeno, una proteína que le da a la cuerda su elasticidad característica. La buena selección de la tripa influye directamente en el rendimiento final del cordaje. Posteriormente, se procede a la limpieza y conservación para eliminar residuos y capas no deseadas. Se los pone en salmuera, que evita su descomposición durante el transporte hasta la planta de producción en Lyon. Una vez allí, se las lava nuevamente y se separan en largas tiras que son sometidas a un proceso de estiramiento en húmedo, un paso clave en la producción. Las fibras de colágeno se alinean para aumentar su resistencia y elasticidad, para luego entrelazar las hebras, entre 15 y 20 por cuerda, que se enrollan en forma de cordón. A continuación, llegan los procedimientos finales de secado, pulido y tratamientos químicos. El cordón se seca durante varios días en condiciones controladas de temperatura y humedad. Para lograr un diámetro uniforme y una superficie lisa, se la lija y se pule para eliminar irregularidades, factores determinantes para el control y la sensibilidad en el juego. Por último, las cuerdas se someten a tratamientos químicos ligeros que mejoran su resistencia a la humedad y le permiten mayor durabilidad, aunque sigue siendo menos durable que las sintéticas. Finalmente, se inspeccionan, se bobinan y se embalan.

Hace 150 años, la familia francesa de Pierre Babolat comenzó con la elaboración de la tripa natural para raqueta de tenis, fue pionera en este tipo de cuerdas y, aún hoy, para obtenerla se sigue utilizando un proceso que combina artesanía, precisión y materias primas de origen natural para lograr el encordado de máxima sensibilidad.

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